Diario de León

TRIBUNA

El Reino de León: raíces y flores

Publicado por
DAVID DÍEZ LLAMAS. SOCIÓLOGO
León

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C on motivo de la celebración del 1.100 aniversario del Reino la Comisión dirigida por Juan Pedro Aparicio eligió el concepto «Raíces» para incluirlo en el logotipo conmemorativo. A mi me ha parecido muy en la línea de lo que somos en muchas ocasiones los leoneses. La raíz está en las esencias de las cosas. Es la base de la planta o de un determinado pensamiento. Cuando hablamos de «cortar algo desde la raíz», nos estamos refiriendo a los elementos que están en los fundamentos del proceso.

La raíz está tanto en el plano biológico como en el del pensamiento en la profundidad de las cosas. Es aquello que lo da sustento y de lo que se alimenta. En muchas ocasiones podemos decir que se contrapone a esas formas más superficiales que se visualizan más fácilmente. Llegar a las raíces de un pensamiento siempre implica una mayor dificultad. Lo mismo que para nosotros es más fácil acceder a las hojas de un árbol que a sus raíces. Sin embargo también podemos decir que las raíces es lo que está oculto, lo que no vemos, aquello que se esconde a exploración de la superficie. Son importantes sí, pero no se ven. Por ello mismo la ciudadanía prefiere la vistosidad de los pétalos de las flores que la profundidad de sus raíces.

Creo que se podría establecer un paralelismo con el Reino de León. Estamos en la base del edificio político que es la España actual. Somos uno de los cuatro Reinos que conforman el escudo de España (Navarra, León, Aragón y Castilla) y que podrían considerarse auténticamente «Comunidades Históricas». Incluso podríamos decir que hasta a nivel de recursos económicos, los mismos llegan de la profundidad de la tierra. Así dos sectores especialmente importantes en la economía leonesa son la minería o la agricultura. En el plano más intelectual esa economía de las raíces se trasforma en literatura o en empresas editoriales de reconocido prestigio. Por otro lado, podríamos decir que en la sociedad actual se priman los contenidos superficiales. La sencillez gana a la complejidad. Lo superficial tiene muchos más adeptos que los pensamientos más profundos. Es la civilización de la imagen, la de los videojuegos, donde los mensajes icónicos ganan peso. Los medios escritos pierden difusión ante los canales de imagen. Nos hacemos progresivamente más vagos, de modo que ya se nos hace imprescindible el mando a distancia de la televisión para cambiar los canales o el volumen.

Del mismo modo podemos decir que va ganando en importancia la inmediatez del momento. El mundo se hace más fugaz y la noticia de ayer ya resulta anticuada. Ante ese atropello de los aconteceres se deja atrás el análisis, las cargas de profundidad que podríamos asociar a ese contenido de «las raíces». Por ejemplo estamos asistiendo a una importante eclosión de movimientos sociales en el mundo árabe, de protestas, de búsqueda de cambios sociales... La noticia hace que casi podamos asistir a estos cambios en directo desde la comodidad del sofá. Ahora bien ¿conocemos las raíces de esos procesos? ¿Sabemos que ha ocurrido para que estallen al unísono? En consecuencia también ¿Sabemos hacia donde derivarán? En la misma línea de Darwin podemos decir, con el evolucionismo, que la supervivencia de una especie está en función de su capacidad de adaptación a las circunstancias del momento. Si concluimos que estamos en una civilización que prima la fugacidad y la visualización de las cosas sobre las raíces profundas, tal vez ten dremos que dar pasos para adaptarnos a dicha evolución si queremos supervivir como pueblo. En ese proceso de adaptación no se trata de que el pájaro se convierta en rana sino que conservando sus características sepa transformarlas y adaptarlas. Es el pinzón que adapta su pico para comer las semillas más abundantes que circundaban la zona donde vive. En ese sentido el pueblo leonés sin dejar de ser lo que es, debe buscar adaptarse a los nuevos tiempos que corren.

En esa adaptación que demandamos creemos que el Reino de León y los leoneses deben ser algo menos raíces y ser más visibles. Ser más pétalos de flor que se fotografían y que se admiran desde el exterior y menos esas raíces profundas pero que se hace demasiado laborioso escudriñar y que destacan más por su importancia que por su belleza. Debemos ser mucho más vendedores de nosotros mismos. No es comprensible que un evento de la importancia de las Cortes Leonesas de 1.188 que se reconoce por profesores del prestigio de Keane (de la Westminster University) sea algo que desconocen la gran mayoría de los españoles. El Reino de León es un gran desconocido y claramente hay intereses de algunas instituciones en que así lo siga siendo, de modo que en base a ello se pueda asimilar el concepto de León al de cualquiera de las provincias que componen la actual autonomía. Un reconocimiento del pasado leonés implicaría un tratamiento político diferenciado. Ello llevaría a decir que estamos en una autonomía conformada por dos regiones (la leone sa y la castellana). No parece que en este momento exista mucha disposición a admitir esa realidad dual.

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