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Publicado por
CAYETANO GONZÁLEZ
León

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Este viernes se cumplirán siete años del mayor atentado terrorista que ha sufrido nuestro País y que causó la muerte de 192 personas y cerca de 2.000 heridos que viajaban en los trenes de cercanías del corredor del Henares en Madrid. Este viernes tiene que ser un día dedicado especialmente al recuerdo y al homenaje de las víctimas de ese cruel y vil ataque terrorista, porque en el fondo eso es lo más importante. Para la inmensa mayoría de los ciudadanos, la vida siguió después de aquel 11-M del 2004. Para quienes murieron en el atentado, para sus familiares o para los heridos, esa vida se detuvo total o parcialmente. Una sociedad que se precie, que no quiera ser una sociedad enferma, no puede olvidar a sus muertos en atentados terroristas.

Transcurridos siete años, persiste un elemento de inquietud, de duda, de desazón en las propias víctimas de aquel atentado porque tienen la convicción que no se sabe todavía toda la verdad de lo que pasó, ya que en su opinión la sentencia judicial del Tribunal que juzgó hace seis años aquellos hechos no resuelve las cuestiones claves de aquel atentado terrorista, como por ejemplo, quien fue el que planificó, el que diseñó aquella masacre que sin ninguna duda cambió el rumbo de la historia reciente de nuestro País. Es decir, quien fue el que se ha venido en denominar «autor intelectual» del 11-M.

Esta necesidad de saber, de conocer toda la verdad es algo que además de a las víctimas del atentado, debe de interesarnos a todos los ciudadanos, porque aquello fue un ataque a nuestro sistema de libertades, a nuestra democracia, a nuestro Estado de Derecho y este tiene que esclarecer hasta el final todo lo que pasó. No puede quedar ningún rincón sucio y oscuro. Y todavía existen cuestiones inexplicables, como por ejemplo, por qué se hicieron desaparecer rápidamente los vagones de los trenes o las contradicciones que existen sobre el tipo de explosivo que se encontró en los mismos.

No se trata de establecer una dicotomía insalvable entre los que piensan que la sentencia del juicio lo esclareció todo y los que opinan lo contrario. Se trata, ni más ni menos, de llegar a conocer toda la verdad sobre las circunstancias del mayor atentado terrorista que ha sufrido nuestro País. Es una deuda que el Estado de Derecho tiene, en primer lugar, con las propias víctimas del terrorismo. Pero también es una asignatura pendiente de nuestra democracia. No se puede ni se debe de pasar página. Mientras que persistan dudas o interrogantes razonables en torno al atentado hay que seguir investigando. Eso también forma parte de «no olvidar lo inolvidable», una certera frase acuñada por una de las víctimas del atentado del 11-M que perdió a un hijo en aquellos trenes de la muerte.