TRIBUNA
Orígenes de la incapacidad
El Reglamento General para la Dirección y Gobierno de las Reales Fábricas de Cristales establecidas en San Ildefonso por cuenta de S.M. en el cual se detallan y expresan todas las obligaciones, cargos y comisiones que debe desempeñar cada uno de sus Empleados, según sus ocupaciones y destino» , fechado en Palacio el 25 de Diciembre de 1787 y firmado por Pedro de Lerena, recoge en muy diversas disposiciones el cuidado, control y vigilancia de los empleados y, desde el punto de vista médico, la asistencia médica a los empleados y el control y persecución de la simulación de enfermedades por parte de los trabajadores.
« Estará obligado asimismo (el Médico) a examinar y reconocer muy prolijamente si son fingidos algunos de los males que supongan tener, por los quales quieran libertarse de trabajar los que aparenten padecerlos; pues en este caso no solo se les descontarán los sus sueldos, salarios o jornales, sino que se les despedirá y echará del todo fuera de las citadas Fábricas ».
Es curiosa también la obligación de médicos y cirujanos al servicio de las Reales Fábricas de informar a la Dirección de enfermedades o heridas «adquiridas en tabernas, juegos u otros parages sospechosos», actividades o conductas de los trabajadores externas a las Fábricas, que comportan por parte de la empresa juicios, en buena medida, morales.
Este interés de implicar al médico y a la medicina en el juicio de comportamientos morales tiene larga tradición para el orden establecido y hoy tiene su expresión en los llamados «estilos de vida saludables».
La entrada de la dinastía borbónica en nuestro país conllevó la importación de costumbres y políticas procedentes de Francia. Las políticas mercantilistas y colbertistas francesas, que entrarían pronto en crisis se copiaron en España. Las Fábricas del Estado nacían así con la economía ilustrada. La monarquía borbónica a lo largo del siglo XVIII promovió y financió la fundación de una larga lista de Reales Fábricas con dos objetivos prioritarios: Cubrir las necesidades militares de nuestros ejércitos consiguiendo la imprescindible autonomía en este terreno; y por otra parte la sustitución de importaciones en bienes de lujo.
El cristal, al igual que las porcelanas, los paños y sedas, tapices, la orfebrería, relojería, papel, tabaco, formaban parte de este segundo objetivo. Se pensaba satisfacer con medios propios, sin necesidad de acudir a las importaciones, que desequilibraban nuestra balanza comercial con cuantiosas pérdidas para nuestra moneda, la ascendente demanda de este tipo de bienes por parte de la aristocracia, la iglesia y una burguesía todavía naciente. Y este nuevo sistema de producción traía aparejado una nueva organización empresarial que rompía con la organización gremial y artesanal, iniciando la producción en serie, la concentración de trabajadores en un espacio acotado y bajo la organización y el control de un Director al que el Rey confiere la autoridad necesaria, la división del trabajo que se constata en una estructura jerarquizada y en los prolijos oficios que el Reglamento define. Se regula, además, a través de múltiples disposiciones, una detallada y rigurosa gestión económica y contable de los distintos departamentos, muy parecida a la empresa pública posterior.
Como hemos comentado ya, el Reglamento regula las funciones de Médico y Cirujano para la asistencia de enfermos y accidentados en el trabajo y de sus familiares. Además de conformar un sistema que adquirirá total madurez con la revolución industrial, en los seguros sociales y la Seguridad Social, los ministros liberales de Felipe V y Carlos III introducen una fórmula que irá sustituyendo el sistema de Gremios y Cofradías que ofrecía serias resistencias, por su corporativismo y sus reglas excluyentes, a la libertad de producción, de oferta y de comercio. En el mismo sentido se entiende la fundación de Montepíos de funcionarios por Carlos III.
He ahí los orígenes protoindustriales del objeto de la prestación por incapacidad temporal (IT) por contingencias profesionales y su evolución histórica, manteniendo el sentido último de dicha prestación: la asistencia médica y farmacéutica y la prestación económica para la pronta recuperación del trabajador y su incorporación inmediata al trabajo para la obtención de plusvalía por parte del empresario.
Las Reales Fábricas contaban además con una singularidad y ello es la existencia de especialistas únicos sin los cuales, y este era el caso en bajas por enfermedad o accidente, se paralizaba la producción con pérdidas cuantiosas. Por otra parte la contratación de expertos, muchos de ellos extranjeros, y la introducción de técnicas y maquinaria novedosas suponían una renovación en la capacitación de operarios españoles en la fase manufacturera de la preindustrialización española. Se enfrentaba así al proceso de formación del operario en el sistema gremial, basado y continuador de las técnicas tradicionales, opuesto al uso de las nuevas técnicas, y seriamente limitado en el acceso.
Hoy después de un proceso largo de juridificación, a través del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, el debate y forcejeo actual sobre el control y la gestión de la IT por contingencias profesionales, mantiene y plantea el núcleo esencial de las contradicciones de clase: la obtención de la máxima plusvalía por parte del empresario y la puesta en cuestión del derecho fundamental a la salud por parte del trabajador. El papel del tercer protagonista actual -el Estado- oscila en un sentido o en otro según las circunstancias.
La Fundación Francisco Largo Caballero, el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo y Muprespa han preparado durante dos años la Exposición «Trabajo y Salud. Desde la protección a la prevención», que recorrerá diversas ciudades, mostrando con documentos, objetos y fotografías las precarias condiciones en las que se desarrollaba, y se desarrolla, el trabajo cotidiano en muchas empresas y las consecuencias dramáticas en accidentes y enfermedades que sufren los trabajadores y sus familias.
Actualmente dicha muestra se expone en el Museo de León y en ella figuran documentos, grabados, e instalaciones y útiles de trabajo, cedidos por la Fundación Centro Nacional del Vidrio de la Real Fábrica de Cristales de San Ildefonso-La Granja de Segovia . El Catálogo de la Exposición incluye la colaboración del profesor Alfredo Menéndez Navarro a, con un Capítulo titulado «Hospitales de empresa: los primeros pasos de la medicina del trabajo».