Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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E n alguna ocasión ya he comentado que considero a la Biblioteca Regional, la Biblio, mi segunda casa, pues allí he desarrollado muchísimas horas de trabajo condimentadas con risas y hasta alguna merendola que otra. Ahora hay que felicitarse por los ex celentes números de consultas y visitantes que ha recibido el centro a lo largo del 2010. No solamente eso, pues la Diputación acaba de anunciar que a partir del mes de julio se colgarán en Internet los documentos históricos del Boletín Oficial de la Provincia que van desde 1833 a 1953. Un seductor desván común que va desgranando, año tras año, la memoria de aquel León del género chico que luchaba a brazo partido por labrarse un porvenir.

La memoria es un lugar confortable y así, mano a mano con el recuerdo, podemos revivir desde acontecimientos tan trascendentes como la proclamación de ambas Repúblicas, a la letra menuda de la vida leonesa en un risueño cajón de sastre que incluye los registros de minas, las vacantes de médicos en los pueblos con la consiguiente obligación de atender a determinado número de familias pobres, el nombre de los prófugos militares, las subastas por impago de deudas o la descripción de una yegua robada que dice así: pelicano oscuro, paticalzada y herrada de los cuatro pies.

Hablando de nombres propios, el mayor mérito de este gran logro corresponde al director Roberto Soto, un hombre eficiente a tiempo completo. Falta le hace esa formalidad a la hora de lidiar con un equipo multidisciplinar integrado por la rubia Alejandra, la morenaza Leo, la guapísima María, la supermamá Silvia y su bonito reloj -que, por cierto, ha pro metido regalarme- y el trasto Alberto, más conocido como «el polvorilla de Puente Castro». ¿Se nota mucho que les quiero?

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