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León

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Todos perdemos las guerras

L as guerras no conducen a ningún puerto. Todas las guerras son crueles, lo destruyen todo, y la mejor manera de vencerlas es evitándolas. El mundo actual tiene una prisa enorme por batallar y piensa que recurriendo a la guerra va a solucionar el problema. Posiblemente se acreciente más el conflicto. Antes debemos agotar las vías diplomáticas y buscar interlocutores que medien en el asunto.

El camino de las armas es siempre una vereda de derrotas contra todos, contra la propia humanidad. Hay que buscar el diálogo como sea; el acercamiento, la rectitud y la libertad se defienden con la razón. Es cierto que la gente tiene el derecho legítimo de expresar sus quejas y demandas al gobierno de turno de cualquier país, pero si en verdad lo que queremos y buscamos es la paz, el primer deber ha de ser, fabricar menos armas (hoy es un gran negocio hacerlo), y trabajar más por la justicia, que si la hay, nadie va a quedar excluido y todos vamos a poder alzar nuestra voz en libertad, con total garantía.

Es necesario construir juntos la paz y ver la manera de hacerlo, jamás con la fuerza se consigue nada, la civilización tiene que establecer otro lenguaje de entendimiento, otras reglas que nos ganen el corazón. En un planeta de tantos contrastes como el nuestro, es ineludible que las personas, las etnias y los países de cultura, creencia o sistema social diferentes, aprendan a reconocerse ciudadanos del mundo y a aceptarse mutuamente. Por propio sentido de humanidad, estamos obligados a entendernos, y a reencontrarnos sin armas. La paz no se gana con bombas, se consigue cultivando los valores humanos y dejándose cautivar por ellos. Por desgracia, cuando se disgrega el tejido m oral de una civilización, que lo basa todo en el poder y por el poder mata, hay que temer cualquier cosa.

Víctor Córcoba. LEÓN

De botellón por León

De cómo un soleado día acabó nublado. Lugar, Plaza de Don Gutierre, a las 13 horas y 30 minutos de una soleada mañana del domingo 20 de marzo. Los hechos aquí relatados no son producto de mi imaginación, sino más bien de mi indignación. ¿Hay algo de malo en tomarse un caña un soleado domingo en una plaza del centro de León? Yo, ingenuo de mí, pensaba que no, pero viendo el devenir de los hechos parece ser que sí. Mientras disfrutaba de mi caña en el interior de uno de los bares de la plaza, apareció un coche de la Policía Local. Recetero en mano entró al local y ni corto ni perezoso seguidamente empezó a desalojar la plaza. Desconozco el motivo, pero supongo que debió de ser que está prohibido beber alcohol en la calle, digo yo que igual pensó que aquello era un 'botellón'. Desconozco las ordenanzas de León. Pero cuando veo una estupidez la sé reconocer al instante. Resumiendo, la soleada plaza pasó a estar desierta.

¿Qué mal hace un grupo de jóvenes, mayores y niños tomando el aperitivo en una plaza? ¿Ruido? No más que si estuviesen en una terraza al aire libre. Si es ésta la imagen que quieran vender de turismo, visitar León etcétera, van apañados. Invito a todo aquel que el domingo pueda acuda a tomar un vaso de agua que además de sano debe de ser lo único permitido.

David Alonso. MADRID