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Los musulmanes en León

E l pasado viernes 18 de marzo apareció en la última página del Diario de León una bella fotografía encabezada con el siguiente título : «La mezquita abre sus puertas a los leoneses». Allí se reunieron un nutrido grupo de estudiantes de primero del Grado de Historia y el vecindario con los que se compartió el rezo islámico y se asistió a una charla. Todo en la paz de Dios y de la católica España. Y yo me pregunto: ¿Qué hubiera sucedido con el párroco X si hubiera hecho lo mismo en su parroquia en Marruecos?... Que ya estaría en España con sus colaboradores.

Por supuesto el máximo respeto para la persona de nuestros hermanos musulmanes exige la mayor claridad posible en las ideas. Dice el sheij que hay poca diferencia entre ellos y nosotros los cristianos, reduciendo la diferencia a los potentes símbolos de las imágenes, que el islam no venera y las coincidencias en el monoteísmo, los libros y las abluciones.

Para mí entre el islam y el cristianismo hay un abismo. Nosotros creemos que Cristo es Dios. No se trata de un simple profeta después de Mahoma. Nosotros creemos en un monoteísmo trinitario donde tres Personas distintas comparten la misma naturaleza porque son consustanciales. Nosotros creemos que la segunda Persona, el Hijo, responsable del designio del Padre, que se despliega en la historia en una economía de actos salvíficos, se encarnó en la Virgen María y fue crucificado para redimirnos y liberarnos de nuestra naturaleza pecadora. Esto es lo que produce en los cristianos la paz profunda y la transparencia en la mirada de quien se sabe perdonado y que tanto admiran los auténticos musulmanes que tanto suspiran por un Dios que realmente les perdone y que no encuentran en el Corán.

Que en el Corán no exista la djihad es una treta poco graciosa. El sufismo, que no tiene nada de islámico, siglos después de Mahoma nos habla de la gran djihad. Es decir, el dominio de sí. Pero lo que existe en el Corán no es otra cosa más que guerra universal y perpetua, sin piedad contra los no creyentes del mundo entero. Guerra santa ordenada por Alá en el Corán que absuelve todos los crímenes cometidos en su nombre. Y es quien dio misión a la mejor nación, que jamás haya existido sore la tierra, de convertir la humanidad entera por el sable, que es lo que pretendió Almanzor en 57 algazúas durante 30 años, arrasando y destruyendo por dos veces León.

La segunda llegó desde Coimbra con un ejército de berberiscos. La ciudad resistió algunos días valerosamente: pero al cuarto día los soldados entraron por la puerta meridional. Comenzó entonces una espantosa carnicería y cuando acabó ésta empezó el robo y la destrucción. Ordenó Almanzor que se respetase una torre de las murallas para que las generaciones futuras pudieran admirar la fortaleza de la ciudad. Camino de Zamora incendió los monasterios de Eslonza y Sahagún, develó todas las poblaciones del Duero y profanó al final Santiago de Compostela y San Millán de la Cogolla. Jamás hubiera llegado hasta aquí al final de su vida si en su espíritu no hub iera existido la auténtica djihad.

P. Félix Martínez. DOMINICO

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