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Publicado por
miguel ánGel varela
León

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E l domingo pasado se conmemoró el Día Mundial del Teatro, con su liturgia de manifiestos bienintencionados y discursos que buscan su lugar en el escaso sol de lo mediático. La Red Española de Teatros lanzó con tal motivo un argumentado comunicado en el que defiende el tratamiento de bien de interés general para las artes escénicas, a la vez que plantea una serie de medidas para mejorar la eficacia y eficiencia de nuestro modelo público, apostando por la transformación de los teatros en organizaciones innovadoras, competitivas y productivas.

Ayer se clausuraron en Valladolid unas jornadas de reflexión convocadas por las empresas productoras de la comunidad, buscando recambios para un modelo agotado tras un par de décadas de notable crecimiento que también ha generado -“negarlo sería ponerse una venda en los ojos-“, su propia burbuja especulativa, un exceso de escaparatismo político y un amplio muestrario de egolatrías artístico-administrativas. Las compañías piden la apertura de los espacios a fórmulas de residencia que han empezado tímidamente a experimentarse en algunas comunidades. También una mayor transparencia en la gestión de la exhibición, lo cual parece obvio: al fin y al cabo, conocer claramente las líneas de actuación de la administración pública es el fundamento de un sistema democrático. Y esa transparencia se le debe exigir tanto a los teatros públicos como a los mecanismos que otorgan las subvenciones, para los que son necesarios criterios de claridad y eficiencia. No se han oído, sin embargo, autocríticas sobre la insoportable atomización del sector, la calidad de la producción artística o la ausencia de iniciativas para mejorar el contacto con los públicos, ahora más necesarios que nunca para lograr la sostenibilidad de todo el entramado empresarial y creativo.

Ha coincidido todo ello con el plenario de la Red de Teatros de Castilla y León, el espacio donde se gesta el programa de exhibición escénica de los espacios públicos amparados por la Junta. Aunque en los municipios de más peso demográfico existe un mayor margen de maniobra económica, en muchas pequeñas poblaciones de la comunidad esta Red es el principal soporte para su actividad. Y la realidad llevada a los números es demoledora: desde el año pasado, el presupuesto destinado a la cofinanciación de programaciones se ha reducido en un porcentaje que supera el sesenta por ciento, una cifra sin equivalencia en el panorama autonómico nacional. La Red de Castilla y León, que fue e n su día pionera y modélica en el país, languidece ahora, golpeando a compañías, ayuntamientos y públicos. El próximo gobierno regional tiene en esta materia una seria responsabilidad en la que tendrá que aplicar algo más que parches.

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