Diario de León
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charo zarzaleJos
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U n responsable político puede soportar cas i todo y más, si como Zapatero, tiene acreditado una elevada capacidad para encajar sinsabores. Puede soportar las malas encuestas, las críticas por su errática política económica. Puede, en fin, soportarlo casi todo. Todo, menos el desafecto de los suyos propios y ahí más que en ninguna otra circunstancia hay que situar la decisión del presidente del Gobierno de no repetir como candidato a las próximas elecciones.

Es verdad que siempre ha valorado positivamente el que Aznar estuviera solo ocho años y es verdad que la decisión del expresidente abrió brecha, generó un punto de inflexión en el comportamiento público. Todo esto es verdad pero también lo es que Rodríguez Zapatero y así lo atestiguan gentes bien próximas a él, es que si dice que no repite no es por temor, ni siquiera por convicción, es porque no ha podido o no ha querido soportar el cerco interno liderado por los barones. Han sido los barones quienes han abierto y alentado el debate sucesorio y los que han dejado traslucir su deseo de que Zapatero no accediera a la reelección en la convicción de que su presencia iba a ser una rémora para sus expectativas electorales. A esta convicción se une la ya existente en Ferraz que no era otra que «el partido está bien, está mal el candidato».

Quienes conocen de cerca a Zapatero y no están en la carrera sucesoria sostenían que el Presidente iba a asumir el coste de la crisis y que iba a dar la cara sobre su gestión para «evitar que alguien que pueda ser valido en el futuro inmediato se queme en unas elecciones muy complicadas. Jose Luis, en momentos difíciles ni se escapa , ni se arrug a». Sabiendo como sabemos que al presidente le han gustado siempre los desafío, esta teoría resultaba más que atinada.

No sabemos las reflexiones intimas que han llevado al presidente a tomar esta decisión y, sobre todo, a hacerla pública en vísperas electorales. Al presidente le han fallado las lealtades internas. Si un líder político es criticado, baja en las encuestas, se cuestiona desde fuera su liderazgo, la obligación de quienes le han venido apoyando era haberle dado calor y apoyo, poner en valor su actuación y minimizar sus errores. Han hecho todo lo contrario.

Para los intereses del PSOE el momento elegido es el menos oportuno. Nos encontramos el conjunto de ciudadanos con un presidente que va a ser un gestor condicionado por su despedida y se encuentra el PSOE como un partido sin líder y con la batalla por la sucesió n abierta de par en par por mucho que se conjuren en dejar este asunto al margen de la campaña. Zapatero, a lo mejor tenía decidido irse, pero es obvio que ha sido víctima de presiones y desafectos internos que probablemente han colmado su capacidad de resistencia. Los barones, ahora dirán que nunca pidieron que se marchara, que lo que querían era que se pronunciara, pero el presidente que les sacó del desierto político y que les ha propiciados dos triunfos electorales se convirtió en un estorbo para ellos y les ha dicho «todo vuestro». Es la hora de la sucesión y de los barones.

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