Diario de León

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Ha empezado el poszapaterismo, aunque, como comentaban jocosamente algunos barones socialistas, siga el zapaterato. ¿Qué será de Zapatero dentro de un año, tras esas elecciones generales que, por mucho que lo pidan algunos sectores con el PPr al frente, no van a adelantarse? No veo, la verdad, a ZP retirado en León-les deux-eglises, como De Gaulle, esperando una nueva oportunidad. Tampoco le imagino, francamente, dando conferencias a seis mil euros cada una por esos mundos de Dios. ¿Entonces? Algunos círculos socialistas, dentro del barullo sucesorio que hay montado, han empezado a barajarlo ya: Zapatero para presidente... del PSOE.

Veremos; el caso es que el aún presidente del Gobierno y aún secretario general de su partido sigue en el puesto hasta dentro de un año. Ha decidido no disolver anticipadamente las cámaras legislativas y celebrar las elecciones generales cuanto tocan: mediados de marzo 2012. Puede que sea lo más conveniente, porque resulta difícilmente explicable el afán que algunos muestran por un anticipo de apenas cinco meses, que paralizaría durante unas preciosas semanas la Administración, precisamente en unos momentos en los que lo que corresponde es acelerar y concretar reformas que puedan ser pactadas y aprobadas cuanto antes por las Cortes.

Y, entretanto, pueden pasar muchas cosas, van a pasar muchas cosas. La primera, que los socialistas presumiblemente tendrán un cierto descalabro -no el despeñamiento total que se vaticinaba- en las elecciones municipales y autonómicas del próximo 22 de mayo. La segunda, que a las elecciones primarias que se convocarán en el PSOE a finales de mayo se presente un solo candidato -Alfredo Pérez Rubalcaba- que se ocupe de salvar los muebles de un socialismo que parece irremisiblemente condenado por el péndulo del cambio a dar paso en el poder a otra opción política. O puede que se presenten dos o más candidatos, por ejemplo la ministra de Defensa, Carme Chacón; se abriría un mes y medio de campaña interna que podría vivificar a un PSOE hoy obviamente aletargado.

Luego, en tercer lugar, se celebraría (o, más probablemente, no) un congreso extraordinario del PSOE, en el sentido más arriba apuntado. Y, por fin, unas elecciones generales de las que lo más probable, encuestas y lógica en mano, será que salga Mariano Rajoy como nuevo inquilino de La Moncloa, sea quien sea su contrincante. Otra cosa será que, ya sin Zapatero, Rajoy tienda la mano al nuevo líder socialista para alcanzar un pacto de Gobierno de gran espectro que consolide algunas de las grandes reformas estructurales.

Lo urgente ahora, como diría el inolvidable Pío Cabanillas, es esperar. El gran cambio ya se ha puesto en marcha y de poco serviría, me parece, acelerarlo artificialmente. Entretanto, ya digo: oiremos hablar de ese ZP for president, como señalaba al principio. Zapatero es respetado por los suyos, aunque todos comprendan que tiene que marcharse.

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