TRIBUNA
ZP revoluciona la campaña en León
Ya es un hecho, Zapatero no se presentará a las elecciones generales del año que viene. El PSOE de toda España respira aliviado. No en vano, es lo que sus principales dirigentes llevan esperando e incitando desde hace meses.
La incapacidad manifiesta por responder de verdad a las causas de la crisis. La alianza de Zapatero con los mercados, bancos y grandes empresas que la provocaron, para mantener sus privilegios. Los recortes sociales injustificados que ha impuesto en nombre de los especuladores, han lastrado definitivamente la gestión del presidente del Gobi erno.
Sin embargo, existía un reducto que resistía al invasor. Un lugar donde Zapatero era fundamental para sostener electoralmente al PSOE. Un punto en el mapa donde su partido gobierna, si puede llamarse así, gracias al presidente del Gobierno. Más bien gracias a que Zapatero es Presidente del Gobierno. Ese lugar es León.
No me arriesgo demasiado si reflexiono sobre una cuestión de sentido común: Tener un Presidente del Gobierno leonés abre expectativas de inversión en su tierra que electoralmente son imposibles de obviar. El efecto Zapatero ha elevado a Paco Fernández a la alcaldía en dos ocasiones. Las visitas presidenciales le han permitido tener presencia y legitimidad. León ha sido también el laboratorio donde aplicar las políticas de privatización, déficit público, recortes sociales y limitación de la democracia ciudadana que más tarde han aparecido en la agenda Estatal. Por tanto, la simbiosis entre León y Zapatero, Zapatero y León han tenido un efecto de ida y vuelta.
El primero aupó a su partido a la alcaldía, después sufrió las decisiones al dictado de los «mercados» locales perpetrados esta legislatura por los gestores del Ayuntamiento. Una vez la deuda municipal se ha disparado definitivamente, hasta los 330 millones, se ha vendido todo lo vendible, se han incrementado los impuestos sin mirar los ingresos de cada ciudadano y el esfuerzo a dedicar a los barrios se ha derivado al Palacio de Congresos, entonces el Presidente del Gobierno toma ejemplo e impone la reforma laboral, de las pensiones, baja los impuestos a los más ricos, privatiza parte de Aena y Loterías y por el camino pone en evidencia a sus compañeros elevando el déficit público, sacándose de la manga un Plan E calamitoso en León. Su ciudad ha sufrido sus políticas antes que nadie y los resultados se han trasladado al resto del país.
El PSOE leonés ha perdido lo único que podía permitirle conservar el Ayuntamiento de León; las expectativas de inversión generadas alrededor del Presidente del Gobierno. Un Presidente que tan solo se ha quedado a medias en el cumplimiento de sus promesas, integración del ferrocarril o Feve, ha incumplido la mayoría, el Plan Oeste, y no ha podido evitar que la ciudad de León permanezca estancada y sin futuro, con 16000 parados y una cobertura social y desarrollo industrial bajo mínimos. Ni siquiera hemos podido poner en valor nuestro patrimonio como reclamo turístico o eliminar los peajes, ejecutar la León-Valladolid o la ronda norte de la ciudad. La Ciudad del Mayor se ha quedado en poco más que un centro de día y el teatro Emperador sigue esperando destino.
Desde la renuncia de Zapatero, a presentarse a las elecciones en 2012, se abre un nuevo panorama electoral en León. Si un Presidente leonés no ha sido capaz de cumplir sus promesas no esperemos milagros. Recordemos la Escuela de Pilotos de Aznar o Biomédica. Tal vez vaya siendo hora de repensar lo que han sido estos ocho años, hasta que punto se han aprovechado y tener en cuenta que las inversiones a medio hacer y las que no se han terminado pueden no ejecutarse nunca. Quizá porque era imposible, puede que porque quienes marcaron las prioridades al presidente del Gobierno se equivocaron de todas, todas.
Llega el momento del sentido común y la racionalidad en la política local de León, en la que deberemos marcar de verdad las prioridades de gestión, los de siempre o el ciudadano. El momento en que la pugna infantil entre PSOE y PP sobra. Ha llegado el momento de cambiar formas y saber negociar inversiones huyendo del juego partidista. Ha llegado el momento de la transparencia, la participación y bajar a la realidad. Pero mientras todo esto se demuestra podemos tener una cosa clara: el panorama electoral ha cambiado. Esperemos que para bien.