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León

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Fin del serial. Quien aparecía como salvador de la Cultural resultó ser un protagonista endeble. Un bluf. El empresario asturiano José Luis Tamargo se desligó definitivamente del futuro de la Cultural y lo hizo a través de un comunicado. Ni siquiera tuvo la elegancia y la valentía de dar la cara y atender a las reiteradas llamadas de los periodistas para explicar directamente, con el detalle que requiere la situación, los motivos últimos de esta espantada. Los argumentos que utiliza Tamargo se centran, como es lógico, en la más que delicada situación económica del club pero esto no es algo nuevo. Era algo perfectamente conocido desde el primer momento, -a principios de febrero-, en el que apareció en escena el empresario, dedicado a la representación de jugadores. Por eso clama al cielo que haya tardado todo este tiempo en estudiar «con profundidad y con detenimiento» el proyecto deportivo económico de la Cultural.. Los números eran tan tercos ayer como lo son hoy. Todos nos podíamos haber ahorrado ese espectáculo de medias tintas, ese toma y daca, ese «compro pero...» que ha jalonado toda esta historia que se inició con un soplo de esperanza y ha acabado en el más lamentable fracaso. Reconociendo la dificultad y el tamaño del reto al que se enfrentaba Tamargo, se ha hecho evidente que el empresario, o no midió sus fuerzas, o jugó con ligereza con el futuro de un club histórico. O quizá ambas cosas. La decisión adoptada ayer ya se vislumbraba desde el momento en que, tras la asamblea que Profutle celebró el 24 de marzo, -en la que se acordó por unanimidad la venta el club al agente asturiano-, Tamargo se salió en el último momento por la tangente y condicionó la rúbrica definitiva de la operación a contar con garantías formales de que se iban a abonar las subvenciones pendientes por parte de las instituciones. Una penúltima larga cambiada que ha desembocado en el definitivo desplante de ayer.

La situación es desesperada. Al borde del descenso y de la ruina, la Cultural es un club agónico. Quizá ha llegado la hora de las decisiones valientes, por muy duras que sean.

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