Diario de León
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MIGUEL A. VARELA
León

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D espués de 2014 llegará 2015. Ya sé que la tontería es bastante obvia pero dado que la Unión Ciclista Internacional ha marcado hacia esa fecha el calendario del próximo equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Ponferrada, convendría no olvidar que en julio de 2015 (salvo para Wikipedia, que retrasa un año el natalicio) se cumple el segundo centenario del nacimiento de Enrique Gil y Carrasco. Un excelente pretexto para la celebración en toda la comarca, un elemento programático de consenso para todos los partidos en las elecciones de mayo y una espléndida ocasión para difundir los mejores valores de la cultura en el Bierzo al calor del poeta melancólico que se fue a morir a Berlín.

Esos últimos meses del poeta, viajando por los caminos de la Europa de la revolución industrial desde una España decadente y ensimismada, son los más fascinantes de su biografía. Con una misión a medio camino entre la diplomacia y el espionaje, consiguió el restablecimiento de las relaciones con Prusia y cultivó con von Humboldt una intensa amistad que le abrió las puertas de la corte alemana. Sensible y enfermizo, Gil cumplió con el guión de escritor romántico: murió joven y pobre, escupiendo sangre y recordando a su familia. Ni siquiera muerto pudo descansar en paz: sus restos se perdieron en los avatares de la c onvulsa historia de la capital alemana y en los ochenta fueron simbólicamente trasladados a su Villafranca natal. Pero esto daría para otra historia, entre lo satírico y lo esotérico, que aún está por escribir. Una placa colocada por el Ayuntamiento de Ponferrada recuerda la céntrica vivienda berlinesa donde murió, a pocos pasos de la Casa de las Lágrimas, significativo nombre de uno de los puntos más estremecedores del antiguo Muro.

No me puedo imaginar mejor percha argumental que este bicentenario para conseguir el milagro de la unión de todas las fuer zas políticas, sociales y culturales de la comarca en un proyecto común, en el que habría que ponerse a trabajar este mismo año para clarificar los objetivos y evitar desde el principio los protagonismos y zancadilleos tan habituales por estos valles. Un proyecto que debe ir diseñando un plan de actuaciones, un sistema de financiación y un calendario. Un proyecto que cuente con la colaboración de las autoridades académicas y sirva para recolocar a Enrique Gil en el lugar que le corresponde por justicia en el mapa de la historia de la literatura española. Un proyecto que marque un nuevo imaginario en la comarca berciana hacia un punto en el que la cultura sea tomada como palanca real de desarrollo. Un proyecto ambicioso que no se agote en e l bicentenario. Un proyecto que convierta el año de Gil en el punto de partida para un Bierzo mejor.

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