Diario de León

TRIBUNA

Muchos alumnos no saben estudiar

Publicado por
MANUEL ARIAS BLANCO. PROFESOR JUBILADO DE SECUNDARIA
León

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M uchos alumnos desaprovechan el tiempo de estudio porque no saben estudiar o rinden poco para lo mucho que estudian. Y es una pena que se gasten tantas energías encima de los libros para que apenas dé frutos. Es una pena y suele causar desánimo en el estudiante y en quienes le rodean, que son los más allegados. El estudio requiere concentración, trabajo y predisposición. Es cierto que hay un tiempo en el que es obligatorio y no cabe otra salida que aplicarse. Ahí tiene mucho que decir -casi todo- la familia, porque el interesado quizá no tenga conciencia clara de lo que se le viene encima. Es obligación, pues lo mejor es aprovechar ese tiempo para que no llegue el aburrimiento y, además, saque beneficio de todo ello. Pero alguien debe velar por que la mecha de la motivación se mantenga encendida, viva.

Más adelante cabe la opción de seguir estudios o plantearse alguna salida profesional, más o menos afín a nuestras condiciones. Seguramente esto no acontezca antes de acabar el bachillerato. Sería bueno que casi todos llegaran hasta este tramo de la enseñanza. Antes no es fácil que el alumno tenga las ideas tan claras como para tomar el camino correcto. Salvo alguna excepción, la mayoría debería finalizar el bachillerato y entonces decidirse por la vía de la Universidad o de las Familias Profesionales. Y no pienso en este momento en el mejor o peor nivel para hacer tal desviación, sino en las apetencias y aptitudes personales. Independientemente de qué nota hayamos sacado antes, cada cual debe coger el camino que mejor se adecúe a sus ideales.

Hecha esta aclaración, me detengo en ese tramo de la enseñanza/ aprendizaje más o menos dilatado donde el alumno se forma y adquiere los métodos y los conocimientos mínimos para proseguir cualquier aventura futura. Después es más difícil medir el rendimiento personal. ¿Qué debo hacer? Como primera medida he de leer la lección que estoy estudiando o los apuntes que me han proporcionado. Se supone que el profesor me ha adelantado el tema y los puntos que va a tocar. Una lectura por encima para saber de qué va y para anotar las dificultades que surjan, incluso antes de que el profesor explique nada. Al menos, el tema me suena cuando empiece su exposición el profesor y no cae en el vacío. n clase, con papel y boli, tomo nota de lo que el profesor me diga, sobre todo si se desvía del libro o de los apuntes. La atención va dirigida a entender lo que el profesor desarrolle en clase. Y subrayo las dudas que surjan. Seguro que el profesor me las aclarará suficientemente. Si no, tendré que buscar otras vías de aclaración. Pero conviene que quede claro cuanto se vaya explicando de cada tema. Es el paso previo para una posterior asimilación del contenido. Por eso, de cada lección o tema he de hace esquemas, llamadas, advertencias, etc., para que nada quede al azar o fuera de la comprensión. Esas hojas me servirán tiempo después para el repaso de la materia, dependiendo de la mayor o menor extensión que me exijan. Tanto en la ESO como en el Bachillerato, el profesor suele examinar cada dos o tres temas, no mucho más. Es decir, cada mes o mes y medio. De ahí que no sea tan difícil, si se llevan al día las lecciones, tener más o menos esquematizados los temas. Luego sólo es cuestión de repasar y repasar.

Si diariamente hago estas tareas de aclaración, ampliación y repaso, no me queda otra que ir asimilando cuanto se explique en clase. Sin querer irá quedándose en mi memoria el contenido que se me exige. Porque esto es el estudio: leer, anotar y asimilar, siempre y cuando se comprenda cuanto leamos. No merece la pena memorizar algo que no se comprende. ¿Para qué? Seguro que no sabré expresarlo correctamente.

Muchos alumnos se limitan a empollar las lecciones del libro o los apuntes del profesor sin hacer el esfuerzo necesario de comprensión. Y así pasa lo que pasa. Cuando algo memorizado carece de comprensión resulta casi imposible de redactar. De ahí la cantidad de disparates que inundan los ejercicios escolares. Todo porque echamos fuera contenidos vacíos, sin ningún arraigo en nuestra memoria. Decía yo a mis alumnos cuando les daba los apuntes de literatura que hicieran el esfuerzo de leer y traducir a su lenguaje aquellos contenidos antes de memorizarlos. Pero no lo hacían. Se limitaban a memorizar los temas elaborados con mi vocabulario y, aparte de resultarles difícil, se equivocaban con frecuencia. Faltaba el esfuerzo de traspasar a su lenguaje aquello que yo les daba.

Tampoco vale como excusa el que nos protejamos detrás de una afirmación de nuestra incomprensión. No entiendo nada, dice alguno. ¿Por qué? Hay que hacer un esfuerzo supremo para ver si captamos de verdad los conceptos que se nos piden. Hagamos un esfuerzo y no nos dejemos vencer por la pereza o la negligencia. A veces, es cuestión de dominar un poco mejor el vocabulario, la terminología apropiada. Otras, es cuestión de utilizar técnicas comunes de enfrentamiento al texto.

Las materias, aunque distintas, pueden confluir. Y así debemos estudiar, entendiendo que hay relación entre las variadas materias. No partimos de cero en nada y los hilos que atraviesan las asignaturas con frecuencia se entrelazan. Es cierto que en algunos momentos el lazo es más estrecho que en otras, pero casi siempre podemos encontrar hiladas de ida y vuelta que nos facilitan la comprensión de muchos contenidos.

¿Cómo estudio? Una vez marcado el tema de examen conviene que lo lea con suma atención, anotando con papel y boli las palabras clave y las relaciones que hay entre ellas. Tanto dentro del tema como fuera seguro que encuentro posibles nudos de relación. Leo y releo y anoto y comparo... sólo me queda, pues, ir memorizando esos conceptos. Si he encontrado dificultades en algún concepto tengo el profesor o internet o los compañeros para que esas dudas se disipen. No es bueno quedar con espacios en blanco cuando voy a asimilar unos contenidos de un examen. Ese vacío me puede echar por tierra toda la torre levantada con gran esfuerzo.

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