Diario de León
Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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Como las matrioskas rusas, cuesta creer que el mundo de Luis Mateo Díez quepa dentro de sí mismo. Por eso no es extraño el hecho de que la pintora leonesa Gemma, ojos que saben mirar en voz baja, toda ella sencillez y pelo rubio, ha estado trasvasando a sus cuadros expresionistas un poco o un mucho de ese mundo ficcional de un escritor que, por decirlo casi con palabras de Al Capone, al tiempo que dotado de universalidad siempre será uno de los nuestros.

Desde esta mañana se puede ver en León la colaboración creativa entre Luis Mateo Díez y Gemma. La creatividad es políglota. Y les recomiendo encarecidamente esta exposición pictórico-literaria porque, a mi juicio, cuando te pones delante de los cuadros, como cuando relees los libros de ese lacianiego adicto a la acupuntura de sentarse ante el ordenador cada día a escribir, se te amontona la nostalgia en la mirada.

Dice este periódico que a Gemma le ha conmovido sobretodo el inquietante libro de microrrelatos fantásticos, casi surrealistas, Los males menores : se ha centrado especialmente por eso en esos relatos para erigir una simbiosis visualmente complementaria, que no dependiente. Y nos da por pensar que con ese homenaje humilde y conmovedor -como ella- en el que confluyen inicios y confines, frescura y madurez, arte y genealogía, la pintora trata de devolverle al escritor en nombre de todos nosotros algo de lo mucho que él nos ha dado mediante su magnética obra.

Se ha destacado asimismo el hecho de que ambos creadores son familia. Y ciertamente hay un transversal sentido de familia en toda la narrativa de nuestro escritor que tiene como impactante y recient e expresión su última novela titulada Azul serenidad o la muerte de los seres queridos (un libro que, rebasando el concepto tradicional de novela, tiene mucho de tratado filosófico sobre el consuelo y la elaboración del duelo).

Pero, ahora que están de moda los museos en los que entras y te das cuenta de que tú eres lo más antiguo de la exposición, Gemma es una pintora que respeta a sus clásicos, que se afirma en ellos, que vuela a partir de la tradición con su pincel o varita mágica en la mano y en cuya expresividad subyacen la esmerada formación, la vocación y el trabajo.

Se nota su paso por Alemania en el estallido de color que protagoniza sus cuadros, y asimismo algo hay también, en su forma de retratar el paisaje externo e interno, de Celama, el mundo propio y nuestro de Luis Mateo Díez, el mundo vivo y amplio de quien sabe que sólo estamos a esta lado del más allá, el mundo forjado en la certidumbre de que el mejor retrato colectivo de un lugar es una biografía de su cementerio... Confluencias...

Donde Luis Mateo dice así es la vida, Gemma afirma así la estoy viviendo.

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