Usted que puede

Todos los españoles que estén echando sus barbas a remojar antes de pelárselas deben considerar que la península ibérica es, si no distinta, diferente. Portugal está pidiendo el rescate de la UE y nosotros solicitamos que nos rescaten de nosotros mismos. José Sócrates, Pepe para los íntimos, lamenta el hecho inevitable de pedir ayuda y José Luis Rodríguez Zapatero, al que no le quedan íntimos, se resiste a confesar una situación aproximada. Nos cuentan que la banca española posee más de 75.000 millones en créditos y otros activos. Siempre ha habido clases, incluso entre los pobres y nunca ha sido lo mismos pedir en el atrios de una iglesia que en la puñetera calle. La prueba es que los genuflexos mendigos que ejercen su oficio en las más acreditadas parroquias siguen subastando sus puestos.

El Gobierno está revisando a la baja el empleo y el crecimiento ya que nuestra economía va a crecer incluso menos de lo previsto, como era previsible dada la categoría de los previsores. Vamos a tener más parados el año que viene, pero menos que el le suceda. Es una versión inversa de aquella clamorosa cursilería que se llamaba -la medalla del amor-, o algo parecido. -Hoy te quiero más que ayer, pero menos que mañana-. Ahora lo que se promete es que jamás vamos a ser tan pobres, porque estamos llegando al techo, y no es imposible que tengamos nostalgia del presente.

Lo más llamativo, en el supuesto de que algo nos pueda llamar la atención, es el brusco cambio de nuestros gobernantes: los que decían que no teníamos por qué preocuparnos confiesan ahora que están preocupadísimos. La vicepresidenta Salgado no está dispuesta a seguir engañándonos, después de habernos engañado piadosamente, y anuncia un porvenir lóbrego. No para todos, por su puesto. Los eurodiputados del PP y del PSOE han votado juntos, como un solo hombre y una sola mujer, seguir viajando en primera clase. Que se salve quien pueda. Aquí todas las víctimas siguen siendo de tercera.