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Publicado por
MANUEL CAMPO VIDAL
León

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H ay nervios y emociones descontrol adas como no se habían vivido desde 1996 cuando Aznar consiguió, a la tercera, vencer, por escasísimo margen, a Felipe González. !Y eso que el 22 de mayo no está en juego la presidencia del Gobierno! Por más que resulte de gran importancia controlar las 13 comunidades autónomas que van a elecciones -”todas menos Andalucía, Cataluña, Galicia y País Vasco-” más los ocho mil ayuntamientos, las diputaciones, juntas vascas y cabildos insulares, la campaña se libra ya como si fuera el fin del mundo. Nadie diría la vista de la ferocidad de los tertulianos ultraconservadores, que son legión, que uno de los dos grandes partidos, el PP, aventaja en las encuestas en dos dígitos al PSOE. Extraña situación. Algo sucede.

Hay nervios porque el PSOE teme una debacle y al PP le asusta un triunfo demasiado ajustado que desinfle la teoría de que lo mejor es convocar ya elecciones a Cortes y no esperar a marzo. Hay tensión porque bastantes alcaldes socialistas con buena gestión temen perder por el impacto de las reformas que ha emprendido el Gobierno y algunas ocurrencias. «Pensábamos que con el anuncio de retirada de Zapatero, la situación mejoraría, pero ha resultado menos importante de lo que esperábamos», admite Alejandro Soler, alcalde de Elche, tercera ciudad de la Comunidad Valenciana y único bastión de poder socialista en aquel territorio. Hay inquietud porque algunos candidatos populares temen no ganar.

Hay desmesura en decisiones de algunos barones regionales del PP que quieren amarrar un triunfo arrollador: El riojano Pedro Sanz cerró el Parlamento antes de tiempo para evitar complicaciones. Camps quiere cerrar algunas televisiones locales discrepantes - Tele Elx, entre otras- y mandó a su segundo de a bordo, Antonio Clemente, a denunciar a cuatro televisiones nacionales por informar de que en sus listas había implicados o imputados en supuestos casos de corrupción, comenzando por él mismo. Con buen criterio, desde Génova -”Ana Mato y González Pons-” le obligaron a retirar las denuncias. Su intento pasará a los anales del periodismo. Se informaba de unos nombres que estaban en documentos judiciales y a la vez en documentos -”las listas-” presentados oficialmente ante la Junta Electoral. No es opinión. Son datos objetivos. El despropósito es haberlos presentado, desafiando a Mariano Rajoy, no el informar sobre ello.

El viernes Rajoy pidió que «acaben ya las frivolidades del Gobierno, la última en China. Que termine el espectáculo de una vez». Es loable esa petición pero le desautoriza el festival que le montan en su propio partido. Mientras Camps esté en el escenario dando espectáculo, Rajoy carecerá de autoridad moral para pedir el cese de la frivolidad ajena, que «haberla, haila», desde luego.

Rubalcaba contrataca entretanto. Objeto de un intento de demolición política que recuerda al de Felipe González antes de las elecciones del 96 con todos los cañones del PP, más los periodistas de siempre y el entonces resentido juez Baltasar Garzón contra él, Rubalcaba ahora se apoya en un documento de Moncloa titulado: «El PP quería que España estuviera como hoy está Portugal, pero Zapatero ha conseguido que no sea así». Como título es muy largo, pero explícito. Ya empezó el miércoles en el congreso con esa música que, visto el drama portugués, tiene algún viso de calar hondo, al menos en los sectores que exigen a los conservadores más responsabilidad en su política de oposición, especialmente en materia económica y antiterrorista. Todos los discursos en esa línea conducen a la misma fecha de referencia: 17 de mayo del 2010. Si en el Congreso un solo diputado, uno, se hubiera equivocado al votar aquel día, España habría podido ser intervenida como ahora Portugal. Durán i Lleida y sus diputados, algunos independentistas, demostraron aquel día más sentido de Estado que otros de los que cabía esperarlo. Así lo cuenta el propio Durán, con lo que reforzará el discurso de Rubalcaba. Van todos a por todas.

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