editorial
Genarín, una tradición siempre en el filo
Tanto el PSOE como el PP, a través de sus candidatos a la Alcaldía de la capital, se mostraron ayer especialmente cuidadosos a la hora de abordar la fiesta pagana del Genarín que se renueva esta noche por las calles del centro de León. Y en ambos casos se apeló al respeto a las costumbres y tradiciones por más que estamos hablando de una manifestación insólita y estrafalaria bastante reciente pero que tiene un asombroso poder de convocatoria. Respeto es la clave, ciertamente.
El propio Francisco Pérez Herrero, el -˜último evangelista-™ de la heterodoxa cofradía de Genarín, ya expresó en los últimos años de su vida algunos recelos sobre la deriva que iba tomando ese rito descreído que ponía un contrapunto al rigor de la Semana Santa y que, para más inri, coincidía y coincide con una tradición entrañada en lo más hondo de la memoria de los leoneses como es la Ronda de Jesús. Una Ronda que este año va a tener, además, una significación muy especial al coincidir con la conmemoración del cuarto centenario de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús. Y en la que, por vez primera, habrá una voz femenina: la de la periodista de Diario de León, Susana Vergara.
Seguramente, la continuidad de esa tradición extravagante del Genarín no depende de otra cosa más que de su capacidad para no perder definitivamente la esencia que le dio aliento y que se resume en una palabra: imaginación. Quienes vivieron los azarosos y clandestinos comienzos de esta cofradía, -que contraponía el humor y la ironía a la severidad por decreto de los duros años de la posguerra-, apenas reconocen la marabunta teatral en la que se ha convertido. Sin duda un -˜hiperbotellón litúrgico-™ es otra cosa bien distinta de la que concibieron el irrepetible poeta Pérez Herrero y los otros tres -˜evangelistas-™. Quizá la imaginación desbordante de antaño se ha diluido en buena medida al estar sometida a los vaivenes de la masa pero, aun así, como antes se decía, el respeto es la clave de una tradición que está siempre en el filo. Sólo así podrá hablarse de compatibilidad con los ritos y las expresiones de fe de los creyentes.