FRONTERIZOS
La lucidez de los paganos
En Madrid se ha montado una de esas polémicas tan propias de esta dulce decadencia en la que vivimos. Es un conflicto que parece extraído de «Ágora», la película en la que exaltados grupos de primitivos cristianos atacan al librepensamiento del paganismo antiguo y en el que la víctima acaba siendo Hypatia, la mujer que ha elegido la razón en un momento en el que triunfa la fe. La oscuridad triunfa sobre la luz y la ortodoxia religiosa condena a la hoguera la reflexión hecha escritura.
En Madrid se había convocado una «procesión atea» (un espléndido ejemplo de oxímoron) que iba a compartir las calles de la capital con las manifestaciones procesionales propias de estos días. Los tribunales han prohibido la concentración. Pese a ello, no se conoce ningún movimiento de las autoridades turísticas leonesas para invitar a los ateos madrileños a participar en el Entierro de Genarín, una de las procesiones más multitudinarias y sorprendentes de este país, una concentración pagana y burlona, un canto festivo y libertario que compite sin más roces que los estrictamente necesarios con el recogimiento ceremonial de ese gran espectáculo de teatro de calle que son los desfiles de la Pasión cristiana. Dicen que había corrido el bulo de que la procesión de San Genarín había sido desconvocada, pero desde la cofradía del santo pellejero que murió atropellado por el camión de la basura cuando meaba plácidamente se afirma que «no se puede desconvocar lo no convocado».
Misterio pagano alimentado con orujo frente a asociacionismo intelectual. Peripatéticas noches frías de chascarrillo provinciano y ocurrencia feliz de madrugada frente al discurso orgánico capitalino, apenas mojado con unas cañas por los bares chinos de Lavapiés. Ahí está la diferencia entre el popular recorrido leonés y la frustrada «procesión atea» madrileña. En esto y en la «necesidad de proteger la imagen turística de Madrid», que es una de las razones judiciales para prohibir esa convocatoria. El Entierro de Genarín es ya un atractivo turístico más de la Semana Santa Leonesa y no están los tiempos como para perder recursos. Una vela al Dios sufriente de la extraordinaria imaginería leonesa y otra al Diablo del pobre borrachín consiguen el milagro de llenar la caja, que es el milagro más difícil de conseguir en esta época. Eso es la Semana Santa: descanso y ocio, turismo y hostelería, que es el destino que Europa ha fijado para esta tierra nuestra. Y el que no quiera papones y saetas, tiene chapas y limonada. El que no quiera cornetas y tambores, tiene el festival Freakland en Ponferrada. El que no quiera sangre y velas, tiene los Dolores de poesía en León. O a Genarín, que tiene la lucidez antigua de los paganos.