Atención, políticos en campaña

Aunque oficialmente no comienza hasta el próximo viernes, el lector se habrá percatado de que llevamos ya unas cuantas semanas, si es que no meses, de campaña electoral. La novedad a partir del día 6 es que en las vallas electorales se pedirá explícitamente el voto, mientras los candidatos se desgañitarán convenciendo a los convencidos que acuden a unos mítines que sólo se justifican por lo que tienen de escenografía televisiva. Ni que decir tiene que, a falta de debates serios y rigurosos, irá «in crecendo» ese insoportable guirigay de mensajes cruzados que hace imposible distinguir, como diría Machado, las voces de los ecos. Se abre la barra libre del «todo vale» para arañar votos, muy a menudo con manifiesto atropello de la razón e insulto a la inteligencia ajena. Todo ello derrochando -me refiero a PP y PSOE- dinero a espuertas en plena crisis económica, sin que se haya observado la menor contención en el gasto electoral. Ya hemos perdido la cuenta de las convenciones y foros celebrados por ambos partidos en los últimos meses. Por no ahorrar, ni siquiera han prescindido de esos sondeos internos con los que ellos mismos se hacen trampas en el solitario (ya se sabe que «el cliente siempre tiene razón»).

Estemos prevenidos, pues, para el tsunami propagandístico que se nos viene encima. Veremos de todo, como decir una cosa y a la vez la contraria o criticar al adversario tanto si no hace nada como si tiene la ocurrencia de hacer lo que le estábamos pidiendo. De esto último hemos tenido un buen ejemplo con la visita del candidato socialista, Óscar López, a Bruselas tratando de explorar fórmulas que permitan mantener las ayudas públicas a la minería más allá del 2018. De un lado hemos visto como el presidente de la Junta y candidato a la reelección por el PP, Juan V. Herrera, valoraba positivamente dicha iniciativa, en tanto que el consejero de Fomento y «numero uno» por León, Antonio Silván, no dudaba en descalificarla. En lo que sí estaban de acuerdo ambos eran en responsabilizar del problema tanto al Gobierno Zapatero como al comisario europeo de la Competencia, el insigne socialista Joaquín Almunia.

No seré yo quien exonere de esa responsabilidad a Zapatero y Almunia, pero, siendo ecuánimes, la actuación del PP nacional y de la Junta de Castilla y León también ha dejado mucho que desear. El primero permitió que eurodiputados como Vidal Quadras asumieran en Estrasburgo los intereses del «lobby» eléctrico. La segunda ha sid o incapaz de mediar ante la Xunta de Galicia y de llamar al orden a las eléctricas, ante las que hizo el paripé de amenazarlas con un impuesto «verde» en lugar de hacer valer su apoyo a la continuidad de Garoña y sus competencias sobre los parques eólicos.