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M.ª TERESA MAGALLANES DE CABO. HIJA DE AFECTADA DE FIBROMIALGIA. SOCIA DE A.L.E.F.A.S.
León

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H ace años vivíamos en la ignorancia, pensando que los dolores que tenía mi madre eran pasajeros, que eran debidos a un problema de columna, por lo que posteriormente se operó, pero pasado el tiempo esos dolores persistían. Comenzó a tener dolores en el cuello, en los codos, las rodillas, a encontrarse cansada, fatigada, a tener problemas de concentración, a estar torpe...

Durante varios años acudimos a traumatólogos, reumatólogos, neurocirujanos, psiquiatras, psicólogos... y cada uno te detectaba un problema sin darte ninguna solución. Pero hace 6 años, un traumatólogo, puso la etiqueta que respaldaba todas esas quejas y dolencias de mi madre. Lo que tenía se llamaba «fibromialgia».

La fibromialgia es una enfermedad silenciada por la medicina, no tiene tratamiento y no todos los médicos la aceptan. Es muy dolorosa pero quizás sientes más dolor cuando ves que la gente no te comprende, que los médicos te tratan como si no tuvieras nada, como si todo fuera cosa de tu cabeza. Te hacen ver que el problema lo tienes tú, que estás loca, y que cuando tu alma y tu corazón mejoren, tu también lo harás.

Yo no puedo sentir el dolor que sufre mi madre porque por suerte yo no padezco esta enfermedad, pero sí siento el sufrimiento diario y creo que ella se está acostumbrando a que el dolor sea una constante en su vida, un acompañante. Uno de los inconvenientes de esta enfermedad es que no avisa al cuerpo del momento en que aparecerá o disminuirá el dolor, por lo que es complicado planificar viajes, encuentros, acudir al trabajo, realizar las tareas más simples o poder llevar una vida normal.

Todo esto provoca que el estado de ánimo se vea alterado, que no se concilie el sueño, que disminuyan las fuerzas y los ánimos, pero por suerte mi madre siempre ha sido muy luchadora y afronta todo esto de la mejor manera posible. Desde hace unos años hemos vivido todo tipo de sentimientos, desde la rabia, el miedo la soledad e ignorancia, la tristeza hasta la alegría.

Porque a pesar de todo, la Fibromialgia te hace unirte más con los tuyos, es agradable saber que hay una asociación en la que se vuelcan con todos los afectados, los que te reciben con las puertas abiertas, donde no tienes que dar explicaciones porque también han pasado por las mismas circunstancias que tú. Donde una mirada vale más que mil palabras y donde por fin te sientes comprendida y querida.

Sé que mi dolor no es el mismo que el de mi madre, porque yo siento dolor por la pérdida de un ser querido, pero a ella también se le une el dolor físico. Me gustaría que todo el mundo llegara a comprender que si uno tiene un problema, los afectados por Fibromialgia lo padecen de forma más contundente, pero que a pesar de todo nunca perderán esa fuerza, la constancia, y sobre todo la alegría.

Quiero dar las gracias en primer lugar a mi madre, porque a pesar de todo siempre intenta tener una sonrisa, siempre ve el lado positivo de las cosas y que a pesar de no tener a lo que más queremos, siempre lucharemos para salir adelante.

También a la familia y a todas aquellas personas que luchan día a día para conseguir que gente como mi madre se encuentren apoyados y sobre todo queridos.

Y por último y en gran medida a la asociación leonesa de afectados de Fibromialgia y fatiga crónica (ALEFAS), por la permanente colaboración y ayuda que dan a los afectados de fibromialgia y a su familia.

Esperando que poco a poco con esta lucha consigamos que se reconozca esta enfermedad y ayudemos a toda esta gente que está llevando su enfermedad en silencio y con mucho dolor. Mucho ánimo para todos los afectados y sus familiares.