TRIBUNA
Sadam, Bin Laden y el Tío Sam
Por vengar a dos gemelas de un atentado bestial, el Tío Sam calzó la espuela en busca del criminal y en vanguardia, a la cabeza, Bush II era a mandar. Tal y como su nombre reza, Bush significa «buscar», y no abandonaba pieza si era buena de cobrar. ¿No marchó hasta Afganistán, a la India y a Turquía, rebuscando noche y día, yendo de aquí para allá? También buscó en Indonesia, a Bin Laden, el saudita, el m andamás criminal, y así mismo en Polinesia por pagodas y mezquitas. E investigó en Etiopía, en Somalia y Senegal, donde lo vieron un día reclutando personal. Aunque suene a cachondeo, dijeron ¡disfrazado está! en Sumatra o en Borneo vestido de orangután. Por fin Bush pesquisó en Irán, por si hubiere mejor suerte, mas habiendo mucha muerte, que preguntase a Sadam.
En nuestro mundo el Tío Sam, como es paladín del bien, por ello marchó a detener primeramente a Sadam por la invasión de Kuwait, que allí todavía hay gran rastro de su crueldad. Acompañaron ingleses a yanquis negros e hispanos, no por otros intereses que los derechos humanos. Lanzáronse a la pelea al son de bomba y gatillo para que el mundo supiera como se apresa a un caudillo. Mas, de químicos inventos de masiva destrucción, que era todo el presupuesto de marcial intervención, se hallaron sólo artilugios de muy escasa precisión. Luego fue la democracia la que había que implantar como si fuese una acacia que hubiera que trasplantar, y todo fue una falacia para infortunio de Irak ¿No hubieran sido bombones para hacerles mejor gracia, que las bombas y cañones sembrando sólo desgracia? Que fue una guerra ilegal, la emprendida contra Irak, lo sabían bien los chinos, que, por mucho trajinar, son cortos, más no cretinos. Que era más bien el destino por asunto petrolero muy pronto se le vio a Bush perfectamente el plumero.
Decían que el tal Sadam, para evitar el castigo de las fuerzas del Tío Sam, se refugiaba en Irán, que pasó de malo a amigo. O moraba en el desierto, haciendo vida discreta, harapiento y medio muerto como un santo anacoreta. Otros acaso que en Libia, con su salud hecha un asco; otros, en cambio, que en Siria, paseando por Damasco. U oculto en otros confines con algunos cabecillas, alentando a fedayines en la guerra de guerrillas. No creyeron que era un bulo los guerreros del Tío Sam, que el malvado de Sadam estaba dentro de un zulo. Iba a ganar la batalla madre de las que en el mundo han sido; mas fue apresado el canalla y en una jaula metido. Mientras Bush lucía en pantalla, con orgullo desmedido, el hecho de haber prendido a asesino de tal laya, con puro y pavo servido. Fue condenado Sadam, y como estaba cantado, por el aire, tierra y mar, de una soga fue colgado en un penal de Bagdad. Con Sadam ejecutado no se paró de aclamar que el mal estaba acabado cuando sólo, en realidad, comenzaba a despertar lo que estaba adormilado.
Así hiciste con Sadam, muy poderoso Tío Sam, al que antaño diste apoyo para salvar el escollo que tenías con Irán. Porque los que utilizaste contra los que te ofendían, no gustaste o te agredían, más tarde los desechaste cuando ya no te servían. ¿No excluiste a D-™Abuisson, militar salvadoreño muy leal a tu ambición, tal vez porque se excedió al dar muerte a monseñor Óscar Arnulfo Romero, con un disparo certero de lleno en el corazón? ¿No utilizaste a Ho-Chi-Minh contra el pérfido nipón, siniestro cual Rasputín y diestro con el ping-pong? Como querías seguir ocupando su nación, con la ayuda de Pequín te humilló con el vietkong y al fin te obligó a salir por el tejado en Saigón. Humildísimo en vestir, celoso de su nación, era muy astuto en mentir, pues negaba al decir «sí» y afirmaba al decir «no».
Y otro con barba de chivo, en tierras de Afganistán se te volvió conflictivo después de expulsar al ruso y dar paso al talibán, y luego ni muerto ni vivo ningún mortal precisaba: que si estaba protegido o «infernando» con Satán. Mas el astuto Tío Sam supo que estaba escondido en tierra de Paquistán y allá diligente fue a darle su merecido por tanta acción criminal dando trabajo al forense contra las torres gemelas, contra el metro londinense y más de doscientas esquelas en un convoy matritense.
Hoy la radio ha difundido que Bin Laden es cadáver, y cuerpo tan requerido está perdido en los mares, carne para tiburones y sangre de calamares con un negro más subido. Cuando el pueblo lo ha sabido, ha henchido sus corazones y en la calle ha alborozado o lucido en los balcones su odio contra el malvado, con banderas, obviamente, sin lutos y sin crespones. Y es que los yanquis unidos, no siendo clarividentes y de gusto más bien flojo, les pirria el ojo por ojo y a la vez diente por diente: o en Guantánamo encerrar a todo aquel musulmán que no es tipo reverente al capricho del Tío Sam.
En mi modesta opinión, yanquis, Sadam y el Osama, han aumentado el cinismo en este mundo traidor que aquel que inventó Nerón echando al aire una cana. Pues dicen que en ocasión de regodeo en la cama y en plena sofocación cual Apolo tras Diana, Octavia le sorprendió a su imperial condición encima de una romana y, al reproche de la dama, el muy bribón respondió largando que se pesaba.