Diario de León
Publicado por
FÉLIX MADERO
León

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No somos un colectivo ejemplar, pero sí muy necesario. Y, sin necesidad del adverbio, somos necesarios. Perdonen que lo diga así, pero lo seremos siempre. Mientras haya historias que contar, sitios a los que ir, ganas de protestar y pasión por preguntar, habrá periodistas. Hace mucho tiempo un profesor de la Facultad me explicó delante de una cerveza qué era un periodista, y entonces eligió un sucedido que me dijo había contado Azorín. Creo que mi profesor se lo inventó, pero bueno, también eso forma parte de mi oficio cuando hay que dar relevancia y categoría a un hecho. Era el siguiente: ¿Por dónde ha entrado usted? Por la puerta. ¿Sabe usted que no se puede pasar? He pasado. ¿Quién es usted? Un periodista.

Con frecuencia recuerdo esta pequeña historia, porque en pocas palabras y de forma muy natural y divertida está contada la esencia del oficio que da de vivir -ojo a lo que nuestros jefes entienden por vivir-, a miles de periodistas en España. Ahí hay audacia, atrevimiento, seguridad, pasión, descaro, vocación y responsabilidad. Hay más cosas que pueden imaginar antes y después de que el periodista entre al edificio, pero esas son menos gratas y edificantes. El periodismo no es ajeno a la crisis institucional que aqueja a este país. Digámoslo claro: ustedes ya no se creen a los medios de comunicación; ustedes ya no se fían de los periodistas. Y digo periodistas, no mamporreros de laen la progresiva pérdida de respeto de los periodistas a su trabajo. En ocasiones hemos vendido demasiado barato el papel en el que imprimimos, los segundos que se consumen en la antena de la radio o los distintos espacios del telediario.

Hemos olvidado algo fundamental: el que concede una entrevista es el medio y no el político; el que presta un soporte privilegiado para dirigirse a los ciudadanos es el medio y no el político; y aquí no existe la barra libre. El alquiler de ese espacio conlleva una contrapartida: el periodista es el intermediario, el que interroga y repregunta, el que conduce el debate y el que controla el tiempo, la realización y todos los aspectos técnicos del asunto. Todo eso habíamos olvidado. De repente, una iniciativa nos ha despertado del letargo y todos empezamos a prometer que no enviaremos periodistas a escuchar monólogos, que no son otra cosa las llamadas ruedas de prensa sin preguntas. Celebremos la iniciativa porque por fin nos ha puesto de acuerdo a todos los que desde hace mucho tiempo repetíamos que la casta dirigente nos trata como -mensajeros-. ¿Qué tal si nosotros no informamos de aquellos que no tienen respuestas y ustedes no les votan? Háganlo saber y, verán qué pronto espabilan. Por un voto estos matan. Y los mudos, hablan.

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