EDITORIAL
El CIS pone contra las cuerdas a Zapatero
Comenzó la cuenta atrás. La pegada de carteles -una tradición venida a menos y cada vez más simbólica- marcó el punto cero de las elecciones municipales y autonómicas. Quince días de campaña, de nervios, de idas y venidas, que desembocarán en la jornada electoral del 22 de mayo en la que podrán ejercer su derecho al voto 413.000 leoneses. No son unas elecciones generales pero la situación política y económica que atraviesa el país, convierten la consulta en un test sumamente significativo. Bien que lo saben los primeros espadas comenzando por Rodríguez Zapatero, que hoy protagonizará en León el mitin de apertura de la campaña. Llega el presidente con el aval de proyectos de largo alcance para la ciudad pero también en un momento extraordinariamente delicado para su partido. La encuesta del CIS hecha pública ayer representa un durísimo revés para las expectativas socialistas que, si se cumplieran los pronósticos, no podrá gobernar en solitario en ninguna comunidad autónoma, incluidos feudos históricos como Extremadura y Castilla-La Mancha en la que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, podría acabar con la hegemonía socialista en la comunidad manchega. En Madrid el varapalo al PSOE es también espectacular: Esperanza Aguirre ganaría ocho escaños y reforzaría su mayoría absoluta hasta los 79 escaños mientras que los socialistas bajarían un escaño y se quedarían en 41. También en el ayuntamiento madrileño Gallardón reeditaría su mayoría absoluta. En Castilla y León la situación no es menos preocupante para el PSOE. El PP, no sólo se muestra indemne al desgaste que conlleva la gestión de gobierno, sino que la encuesta le otorga 50 escaños, dos más de los que tiene actualmente. El PSOE de Óscar López perdería un procurador para quedarse en los 32 y los otros dos se los repartirían UPL e IU que regresaría al Parlamento autónomo.
Las encuestas son sólo eso pero, si estos datos llegaran a confirmarse, Zapatero debería convocar elecciones anticipadas. No sólo porque se acentuaría la situación de interinidad tras su renuncia a presentarse sino también por el descrédito internacional que conllevaría ese varapalo.