LA SEMANA
El PSOE busca «salvavidas»
A dos semanas de las urnas, las encuestas no pueden ofrecer peores expectativas al PSOE. Se pone en duda hasta Extremadura, feudo socialista tradicional con un gestor populista como Fernández Vara. Algunos creen que los sondeos no están bien hechos -ya se verá- pero los pocos salvavidas disponibles están en las coaliciones. Izquierda Unida ya calcula la factura que pasará por su auxilio; cambiar la ley electoral para que un diputado no le cueste, como hasta ahora, muchísimos votos más que al PSOE o el PP.
Gracias a las coaliciones el PSOE podría tocar gobierno en Extremadura, Asturias, Aragón, Cantabria, quien sabe si en Canarias y no se descarta que incluso en Navarra. Si así fuera, se disimularían mucho los desperfectos. En Castilla La Mancha hay un bipartidismo a secas, así que, o Barreda, o Cospedal. En Baleares la coalición parece inalcanzable porque el retroceso de Unió Mallorquina favorecería al PP dándole la mayoría absoluta. «Si hay posibilidad de alianzas, habrá que hacerlas hasta con el diablo», confiesa un miembro del comité electoral socialista. El catálogo es amplio: en Extremadura con IU y en Asturias, si Cascos no lo impide, también. En Canarias con Coalición Canaria, si se deja: solo pactarían con el PP si les quitan de en medio al popular Jose Manuel Soria. En Navarra con Nafarroa Bai, la revelación anunciada de estos comicios. Y en Aragón con el PAR, si no suman mayoría PP y PAR.
En grandes ciudades puede pasar lo mismo. En Barcelona con Esquerra e Iniciativa, o sea la vuelta al tripartito. En Palma, con Unió Mallorquina y otros; en Zaragoza con Izquierda Unida y la Chunta Aragonesista. En Galicia, con el Bloque .Y, en general, con cualquier grupo independiente, mínimamente digerible, que tenga un concejal salvavidas aunque sea amigo de Rosa Diez. Todo ello sin descartar que en el Pais Vasco veamos alianzas PP-PSOE frente a los nacionalistas. De hecho, en el Pais Vasco y en Galicia es donde el PSOE espera resistir mejor. Ya ven: lo apasionante no va a ser el día 22 de Mayo, sino la noche.
Así las cosas, el PSOE aprieta en varios frentes: el primero, para movilizar desencantados y amortiguar el golpe; el segundo, para centrar la campaña en lo local y huir de la política nacional porque se trata de preservar las alcaldías que tiene; y para coquetear con posibles aliados.
«Las encuestas tan favorables nos perjudican», dice la dirección del PP. «La encuesta que vale es la del 22 de Mayo, aunque tenemos muchas posibilidades de ganar», dice prudentemente Antonio Monago, el candidato extremeño que copió con éxito los paseos de Fernández Vara, pueblo a pueblo. Puede ser que el anuncio de una debacle socialista movilice a algunos pero la simple impresión de que el PP pueda arrasar, moviliza a su favor la llamada «espiral del silencio», definida por Elisabeth Noelle-"Neumann como «una corriente de opinión que refuerza a aquellos que se disponen a ganar, según la percepción popular». Eso explica, en parte, los vuelcos electorales. Eso es lo que teme el PSOE mientras el PP recela de que la encuesta movilice a los «reservistas» del voto progresista.
Emocionalmente se diría que todos sufren: los que temen perder y los tienen miedo a no avanzar. Quien resista o gane en el PSOE, será un héroe. Quien no avance en el PP con el viento a favor, bajará puntos en su casa. El 22-M moverá todo: el mapa político y las clasificaciones de barones.
¿Se imaginan si caen Barreda, Antich y en su día Griñán?. Su peso en el Comité Federal de su partido se desvanecerá. Si vía coalición se consolida la cántabra Lola Gorostiaga y gobiernan la aragonesa Eva Almunia y el navarro Roberto Jiménez, habremos asistido a un relevo de barones muy profundo. Enfrente, perderán peso aquellos populares que no arrasen. Leer los resultados del 22-M será apasionante.