Diario de León
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ANTONIO PAPELL
León

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La recesión económica ha ejercido un efecto devastador sobre la clase media que antes de la crisis formaba el gran núcleo central de este país. Una gran clase media que, en palabras de Alain Touraine, daba más importancia a su propia integración que a encontrarse más o menos arriba en la escala social. Y como era de esperar, no sólo los sociólogos se han interesado por este asunto: también los políticos. Los hechos que revelan la progresiva laminación de la clase media están a la vista: la compra de automóviles por particulares ha caído a niveles de hace más de una década salvo el estrato de los coches de más alta gama, cuya venta se ha incrementado por encima del ciento por ciento. Lo mismo ocurre con los inmuebles: sólo hay mercado para los más caros y lujosos. Cientos de miles de trabajadores en paro han perdido su vivienda por no poder pagar la hipoteca y las redes de solidaridad familiar se están desarticulando una vez que hay ya casi 1,4 millones de familias con todos sus miembros desempleados.

Un análisis reciente de José Luis Álvarez, profesor de Esade, subrayaba cómo Esperanza Aguirre, liberal del PP y presidenta de la comunidad autónoma de Madrid, ha encarado el proceso electoral del 22 de mayo, teniendo en cuenta lo anterior. De entrada, Aguirre, de gran intuición ideológica, ha intentado evitar que el debate se centre en temas económicos y sociales: el terrorismo, Cataluña o la inmigración son buenos reclamos para eludir mencionar las crecientes desigualdades y atraer a la clase media, «electoralmente promiscua» según Álvarez. Pero, además, Aguirre ha tenido la inteligencia de proponer el establecimiento de recorridos de bachillerato diferenciados -con institutos para superdotados-, con el fin de vincular el mérito y el esfuerzo personales a la diferencia social. No son las circunstancias socioeconómicas las que marginan sino el desinterés de las personas. Como reconoce el autor del análisis, «es un caso fascinante de ofensiva ideológica que, mal contrarrestada, puede seguir alejando al PSOE de las clases medias». Este fenómeno de despoblación del núcleo central de la sociedad -el eclipse de las clases medias- se dará también en otros países periféricos de Europa, también con graves problemas de desintegración, pero no en la Europa desarrollada. Y es presumible que los severos ajustes que están teniendo lugar terminen generando un deterioro todavía mayor de los estados de bienestar, con mayor desregulación laboral, copago sanitario, etc. Ello será munición para la izquierda, que tomará con facilidad el poder en estos países (aunque en España, habrá de pagar primero los errores cometidos en la gestión de la crisis). Y ello será así, naturalmente, sólo hasta que se reconstruya la clase media, en cuyo caso regresarán los gobiernos conservadores. Éste es, en cierto sentido, el ciclo de la vida en nuestras maduras sociedades

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