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EDITORIAL

1.483 nombres contra el olvido

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Diario de León publica hoy una larga relación de nombres, 1.483 exactamente, que fueron víctimas de la represión franquista. Todas ellas acabaron en el cementerio de León y la investigación y divulgación de sus identidades ha sido posible gracias a la labor de la Asociación de Estudios para la Represión en León, Aerle. Se trata de una -˜fosa-™ que se fue conformando entre 1936 y 1949 con personas que fueron represaliadas tanto en el propio cementerio como en otros puntos de León como el cuartel de Almansa, el monte de San Isidro, o las inmediaciones del depósito de Puente Castro. Sin olvidar que en San Marcos estuvo ubicado uno de los mayores penales del franquismo. Muchos buscarán en esa relación nombres y apellidos conocidos, amigos, parientes, lo mismo que están haciendo ya miles de personas desde que el Gobierno se puso a disposición de todos la nueva página web en la que pueden seguirse las pistas de las fosas (2.232 se han localizado, 41 en León) repartidas por todo el territorio nacional.

Las nuevas tecnologías son un aliado insustituible para abordar este tipo de proyectos que deberían servir también para, de una vez por todas, acabar con los miedos y los recelos. La sociedad española, ha ido en este ámbito por delante del Gobierno que, pese a los años transcurridos, y pese a las iniciativas planteadas, como la Ley de Memoria Histórica, no pudo evitar que se tocaran fibras muy sensibles y se quedó a medio camino al no responsabilizarse de la búsqueda de los desaparecidos. Puede decirse que, pese a los esfuerzos desplegados (la citada página web es uno más y muy relevante), se perdió en su día una gran oportunidad para rubricar, con un acto de solidaridad y justicia con mayúsculas, asumido por todos, el camino de consenso que abrió la Transición y que nos permitió llegar hasta aquí y disfrutar de una de las etapas más estables de nuestra convulsa historia.

No es extraño, es algo que cualquiera puede entender, que los familiares de los fusilados quieran una tumba para poder llorar a sus muertos. Lo que es hiriente es que, a los 36 años del final de la Dictadura, España siga desenterrando a miles de re presaliados perdidos por las cunetas.

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