Carbón y contradicciones del plan energético
Si algo se necesita en el sector del carbón, sometido a múltiples zozobras en los últimos tiempos, es la máxima claridad por parte de los responsables públicos. Pero no es precisamente claridad lo que se deriva de las previsiones del Plan Energético Nacional para el 2020 que fueron presentadas por el Gobierno en la Conferencia Sectorial de la Energía celebrada el miércoles. En dicha planificación energética se prevé una recuperación paulatina del consumo hasta el 2015 mientras que, a partir de ese momento, se vaticina que se alcanzará un «consumo relativamente estable». Como brindis al sol puede valer pero nadie sabe muy bien qué significa eso de -˜consumo estable-™ ni cómo puede hacerse compatible lo que cabe interpretar como una apuesta por el carbón con las leoninas directrices del reglamento europeo que regula el futuro del sector.
Los representantes de la Junta en la citada Conferencia no escondieron su perplejidad por una falta de concreción que choca con un horizonte que pasa por una progresiva reducción de ayudas a partir del 2013 y que desemboca en el cierre en el 2018 de las explotaciones que no sean rentables (con el agravante de que las que sean rentables y opten por continuar tendrán que devolver las ayudas percibidas). Además de que los incentivos a las eléctricas por consumir carbón nacional -que prevé el real decreto del Gobierno- concluyen en el 2014. Ese es el marco en el que hoy se mueve el hoy y el futuro inmediato del carbón, salvo que nuevas decisiones modificaran este esquema; algo que no parece estar en la mente de los responsables comunitarios.
Es el momento de que el Gobierno, a través del Ministerio de Industria, baje de la inconcreción que destila el avance del plan energético y plantee con la máxima claridad sus objetivos contando asimismo con las empresas energéticas sin cuyo concurso tampoco parece que pueda irse muy lejos.