EL RINCÓN
La hora decasi todos
L a muerte de Bin Laden, que no puede atribuirse a un desgraciado accidente, tendrá un precio, pero de momento va a impulsar algunas rebajas. El presidente Obama, aprovechando el éxito de la operación militar que acabó con la vida del llamado -˜enemigo público número uno-™, está viendo cómo crecen sus amigos. Los días de gloria suelen preceder a los años de desdicha, pero en ningún caso deben menospreciarse. El presidente de Estados Unidos ha visto crecer su fama, pero lo que para él debe de der más reconfortante es que la ha oído. Le aclaman por todas partes y ha decidido aumentar el número de sus partidarios, sumando a los que no tenían ni arte ni parte. En el país más poderoso del mundo hay 11 millones de -˜sin papeles-™ y ahora tienen posibilidad de que les den uno a cada uno.
Una persona sin papel es es un cadáver que anda o más bien que está quieto en las colas de las oficinas de empleo donde van a pedirle la documentación que no tiene. El Gobierno que preside el hombre cuya epidermis sigue teniendo fieles opositores quiere regularizar a los parados de diferentes colores. El objetivo es impulsar la reforma migratoria.
La sazón, la coyuntura, la conveniencia de tiempo y lugar y todos los factores que determinan eso que llamamos oportunidad deben ser analizados por los políticos que merezcan ese nombre. A la ocasión la pintan calva, pero hay que cogerla por los pelos rizados de quien la propicia. Legiones de personas se aprestan para atraparla. Ahora les dicen que ellos serán la clave de la recuperación económica, lo que equivale a repartir abrigos para los -˜espaldas mojadas-™.
Es la hora de casi todos los emigrantes cuyo equipaje único era el apetito y el reloj que la ha marcado es el de la muerte de Bin Laden. Sin la ocasión, el talento y la virtud no sirven para nada, en opinión de Maquiavelo, y a Obama se le ha presentado la suya. Por eso ha viajado hasta Texas, para mirar el río Grande. La muerte del acreditado terrorista puede ayudar a que viv an muchas personas.