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Publicado por
javier tomé
León

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P uesto que de bien agradecidos es ser nacidos, o como coños se diga, resulta de estricta justicia aclarar que el título de esta columnita es fruto de la inspiración del pescador y poeta Antonio Manilla, compinche de tragos y correrías lúdico-culturales. Se trata de una tarjeta de presentación que resume, en apenas dos palabras, el choque de civilizaciones que se ha vivido en el país, León incluido, a cuenta de los enfrentamientos entre los dos colosos del balompié patrio. En una atmósfera que ha rozado un tono de guerracivilismo, España se ha divido en dos facciones que recuerdan las diferencias ideológicas entre la Cope y la Ser, el Gordo y el Flaco o el propio Ortega y Gasset. Incluso varias caras guapas de este periódico polemizaron verbalmente sobre si es preferible cuarto y mitad de Cristiano Ronaldo o el juego de dibujos animados que practica a ciencia y paciencia de las defensas el cabezón Messi. Tanto roce en el terreno de juego ha provocado que los reproches se acumulen en uno y otro bando. Aseguran algunos que al oír el temible aleteo de una mosca los jugadores culés se arrojaban al césped entre espasmos de dolor, igual que si estuvieran sufriendo una carga napoleónica en Waterloo. Los aficionados barcelonistas prefieren cargar las tintas en las brusquedades de los merengues, en su opinión más brutos que la porra de Bartolo. Y eso por no hablar de los arbitrajes, un tema que en bien de la concordia común es mejor no menear.

Gracias a Dios, la querella Mou-Camp queda aplazada hasta la disputa de la Supercopa, allá por las calendas veraniegas. Así que conviene restañarse las heridas emocionales y situar el fútbol en su justo contexto. Es decir, un deporte de resonancia universal y espíritu juguetón pero con muchos puntos negros, como esa condenable obsesión de los aficionados por relacionar siempre al contrario con la supuesta prostitución de sus madres. Ya te digo.