LA VELETA
En evidencia
E l terremoto más importante de los dos que se registraron en Lorca fue de intensidad 5,1 en la escala de Richter. Y con independencia de la escasa expresividad de este sistema de medición, un terremoto de intensidad entre 5,0 y 5,9 es «moderado» y, según la U.S. Geologycal Survey, sus efectos son éstos: «puede causar daños mayores en edificaciones débiles o mal construidas. En edificaciones bien diseñadas los daños son escasos». En Lorca, los geólogos han explicado que ciertas características físicas del subsuelo de la localidad, unidas al hecho de que el epicentro estaba situado en una posición muy superficial, han causado unos destrozos más relevantes de lo que parecería acorde con la categoría del siniestro.
Todavía no se han computado completamente los daños registrados en Lorca, población de 90.000 habitantes, pero ya puede apuntarse una aproximación sensiblemente real: ha habido nueve víctimas mortales y más de trescientos heridos, y han quedado afectados en mayor o menor grado el 80 por ciento de los inmuebles de la localidad. Entre los 1.200 más dañados, sólo el 44% son habitables, y el 17% son sencillamente irrecuperables.
La pregunta que se suscita es obvia: ¿cómo ha sido posible que un terremoto -˜moderado-™, de una magnitud irrelevante en otros países desarrollados de alta sismicidad, haya tenido aquí unos defectos tan devastadores? Y, asimismo, ¿cómo se explica que muchos los edificios más antiguos hayan resistido en general mejor que los más modernos? La respuesta es simple: en Lorca, no se han aplicado las normas sismorresistentes que, obligatoriamente y desde los años setenta del pasado siglo, han de cumplir tanto las edificaciones como las infraestructuras españolas. La normativa vigente contempla la existencia en la Península de tres zonas sísmicas; Lorca está en la zona 3, la de sismicidad más alta. Y es preceptiva la aplicación de la Norma de Construcción Sismorresistente NCSA, publicada por primera vez en 1974 y endurecida en 2002, que establece, además de ciertos requisitos de cálculo, determinadas pautas constructivas, como por ejemplo la no inclusión de cornisas y balcones en las fachadas. La importancia de la norma es tal que existe una comisión permanente, formada por funcionarios de diversos ministerios, encargada de mejorarla de forma continua a la luz de los nuevos conocimientos y de la experiencia que se va acumulando.
En los últimos lustros, la edificación en España ha estado sometida a una aceleración febril en que la corrupción urbanística, aliada con la voracidad empresarial de los constructores, se ha saltado reglas, normas y principios y ha generado un parque inmobiliario de pésima calidad, que por añadidura no garantiza tampoco la debida seguridad. El terremoto de Lorca saca, en fin, a la luz la necesidad vital de extremar los controles, que deberán ejercerse a través de la inspección técnica de inmuebles que desde hace unos años es obligatoria en España.