LA VELETA
DSK y compinches
Dominique Strauss Khan es un mujeriego, un machista de la peor calaña y además un acosador, violador, maltratador -¡bueno diré «presunto» para hacer la cosa políticamente correcta- pero además es un hombre poderoso y eso le ha valido durante muchos años para creer que tenia impunidad y también inmunidad. Hasta su propia esposa ha reconocido que cada vez que iban a una cafetería o a un lugar público, lo primero que hacia era mirar de un lado a otro para otear posibles presas.
Claro que todo se la ha ido perdonando a este viejo verde con el argumento de que tiene una mente privilegiada y es un lince para las finanzas. A mí me da igual que sea socialista o que fuera de un partido conservador porque no creo que en esto de pensar con las partes bajas tenga mucho que ver la ideología. Actúa con la bragueta y no creo que para proceder con «salva sea la parte» necesite ser socialdemócrata, ni tenga prejuicios ideológicos.
Lo que más me molesta de este asunto -además del hecho en sí- es la tibieza con la que sus compañeros de partido y sobre todo sus compañeras, mujeres de izquierdas y con un discurso feminista curtido durante años, han tratado este escándalo. ¿Como se entiende que Sergolene Royal y otras mujeres del PS Francés hayan salido a defenderle? ¿Como es posible que nuestra vicepresidenta diga sin más que «tiene un carácter muy fuerte? ¿tras apelar, eso sí a la presunción de inocencia, que por supuesto la tiene él y cualquiera?.
Casos como el del poderoso DSK han provocado la dimisión de muchos políticos de todos los colores, en todos los países y digo «dimisión» porque el presidente del FMI lo menos que podía haber hecho por vergüenza torera y para preservar el buen nombre de la institución que representa era dimitir antes de entrar en prisión. Es verdad que no es lo mismo mantener sexo consentido que a la fuerza y que estos escándalos sexuales tienen una diferente repercusión según los países. A Bill Clinton no se le acusó penalmente por el numerito con la becaria, sino por un delito de perjurio, por haber engañado a los ciudadanos negando inicialmente tal relación. A Berlusconi ha sido la prostituta Ruby R. quien le ha desenmascarado, y el expresidente israelí Moshe Katzav puede pasar hasta 16 años en prisión por violación y acoso sexual a dos funcionarias. En todos los casos hay un evidente abuso de autoridad en hombres que se creen intocables por el poder que manejan y a mí esa actitud me repugna.
Aun en el supuesto de que al picha brava DSK le hubieran puesto una trampa y fuera cierta esa teoría de la conspiración, jamás hubiera actuado como lo hizo de no ser un depredador sin escrúpulos. La pregunta es por qué gente con este perfil llegan tan alto. Son hombres excepcionales intelectualmente pero fácilmente manejables y manipulables: «un buen polvo y a correr», que diaria una amiga mía. Por eso son tan peligrosos ellos y sus compinches que les bailan el agua.