Diario de León
Publicado por
CAYETANO GONZÁLEZ
León

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La tediosa campaña electoral se ha visto abruptamente alterada por la irrupción de las concentraciones llevadas a cabo desde el pasado domingo en Madrid y en otros puntos de España, donde los asistentes -una almagama muy diversa, pero donde predominan los jóvenes- han mostrado su descontento por el actual estado de cosas: el paro juvenil, la corrupción política, el sistema electoral que prima el bipartidismo, la falta de separación de poderes. Se agrupan bajo el lema «democracia real ya» y son conocidos como los «indignados».

Varias e importantes dudas planean sobre este movimiento de protesta. La primera, y no menor, es por qué surge ahora, en la recta final de la campaña electoral, cuando muchas de las cosas que se denuncian vienen arrastrándose desde hace bastante tiempo. Si la respuesta a esta cuestión sólo fuera la del oportunismo político, en el sentido de que en campaña electoral se les hace más caso, el asunto no tendría más trascendencia. El problema es que en la retina y en la memoria de muchos ciudadanos está todavía vivo el recuerdo de aquel movimiento de protesta entre el 11 y el 14 de marzo del 2004 a raíz del brutal atentado terrorista en los trenes de Atocha, movimiento de protesta que tuvo su punto álgido en la jornada de reflexión con el cerco a las sedes del PP en muchos puntos de España.

¿Quién está detrás de estas protestas?, es otro interrogante clave. Y para contestarlo nada mejor que hacerlo con otra pregunta: ¿a quien beneficia? No parece que lo haga a lo que pueda representar el PP. En cuanto al PSOE, lo lógico sería pensar que muchas de las cosas que los manifestantes denuncian -situación económica, paro juvenil- deberían señalar como principal responsable al actual Gobierno de Zapatero, pero no ha sido así. Incluso en lugar de manifestarse delante del Palacio de la Moncloa lo han hecho en la Puerta del Sol, donde está la sede de la Presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid, es decir, delante del despacho de Esperanza Aguirre. ¿Y a Izquierda Unida? El líder de esta formación política, Cayo Lara, se ha mostrado entusiasmado con las protestas e incluso ha dicho que una hija suya participa en ellas.

En una democracia, la libertad de expresión es un derecho fundamental. El deseo de cambiar las cosas, es algo no sólo legítimo sino saludable, pero a través de los cauces que esa democracia facilita. ¿Por qué los que se están manifestando estos días en diferentes puntos de España no montan un partido político o una plataforma electoral, y se someten, como los demás, al veredicto de las urnas? Mientras que lo deciden, una cosa más: la ley es igual para todos, y en estas protestas en plena campaña electoral, ya se han sobrepasado claramente ciertos límites en favor de los «indignados».

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