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Publicado por
VICENTE PUEYO
León

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De la euforia a la tierra firme hay sólo un peldaño. Ahí es donde tiene que bajar cuanto antes el llamado a ser nuevo alcalde de León: al mundo de la realidad. Todo un reto el que le espera a Emilio Gutiérrez. Las urnas, con la suma de factores tan dispares que han jugado en estas elecciones -especialmente en los últimos compases de la campaña-, han puesto en sus manos un aval tan rotundo como inesperado. Pero también cargado de responsabilidad.

Recibirá Emilio Gutiérrez una ciudad a la que le va a venir muy bien ese 'lavado de cara' que ya anuncia pero que, desde el punto de vista de la renovación urbanística no está precisamente en su peor momento y que tiene en ciernes proyectos de extraordinaria trascendencia. Proyectos que han estado ligados a la sintonía entre el alcalde saliente, Francisco Fernández, y el presidente del Gobierno; aunque las urnas, entre el estupor socialista, hayan pasado por alto el famoso -˜efecto ZP-™.

Una vez pasado el plumero a la ciudad, el nuevo alcalde tendrá que situar entre sus prioridades la continuidad, en tiempo y forma, de las iniciativas que diseñan ese nuevo León que los ahora derrotados capitalizaban como su mayor logro. Si se exceptúa el caso del tranvía, que se ha quedado en el fondo de la carpeta, el resto de las iniciativas en marcha deben ser apoyadas sin rubores y en ello deberá implicarse el nuevo equipo de gobierno que debe formarse. ¿Alguien entendería que encontrasen trabas actuaciones como el Palacio de Congresos? ¿O que quedasen relegadas actuaciones viarias y urbanísticas que deben completar lo iniciado en torno a la prolongación de Ordoño? ¿O que desde el Ayuntamiento se mirase hacia otro lado en ese embolado que se llama Aeropuerto de León?

La oposición socialista, turbada y desorientada, debería también afrontar el desafío de seguir impulsando estos proyectos aunque los laureles finales se los pongan otros. Vamos a saber pronto si quienes, de uno y otro lado, nos comieron el tarro durante la campaña quieren de verdad a su ciudad y apuestan con valentía por el bienestar de los ciudadanos. Algo que equivale, en primer lugar, a impulsar éstos y otros proyectos capaces de ir modificando la enfermiza espiral del desempleo. No sólo se necesitan buenos gestores sino gente honrada y valiente volcada en su tarea y capaz de desprenderse de tutelajes políticos que desvíen de lo esencial. ¿Aliviará el tiempo el escepticismo?