La opinióndel lector
No debería
N o debería escribir esta columna. No debería hacer falta. En primer lugar porque Jorge tendría que seguir escribiendo las líneas de su propia vida, de puño y letra, con sus minúsculas y mayúsculas, con sus manchones y sus garabatos, sus interrogantes, paréntesis, sus puntos y aparte y también, sobre todo, su punto y seguido.
Tampoco sería necesario hacerlo si en mi ciudad, su ciudad, Ponferrada, las instituciones que la representan se hubiesen puesto al frente del dolor y la tragedia para avergonzar esta nueva barbarie, para denunciar tanto machismo, tanta violencia de género. Sí, de género, porque Jorge ha sido asesinado por razones machistas, amén de la frustración, la enajenación, la baja autoestima, el rencor, el afán de poder y otras taras que afectan desgraciadamente a un gran número de hombres.
A diferencia de otros ayuntamientos que se han sentido afectados por el suceso como es el caso de Matarrosa, Toreno o Villablino, el de Ponferrada no ha denunciado públicamente la injusta muerte de uno de sus ciudadanos, no ha guardado un minuto desilencio, no ha bajado las banderas a media asta, no ha lucido luctuosos crespones negros.
Entiendo que la resaca electoral disminuye la capacidad de reacción, salta a la vista, que el trasiego por los despachos consistoriales debe ser acuciante, pero resulta esclarecedor que el único comunicado público acerca de este asesinato y la viol encia machista que se ha leído en estos días en la ciudad del dólar fuese precisamente en la Plaza del Ayuntamiento, pero por un grupo de personas que allí permanecen acampadas. e indignadas, personas nobles que enaltecen con este detalle y otros muchos la dignidad humana y también el nombre de Ponferrada.
A Jorge lo conocía más bien poco, jugamos juntos años atrás en el filial de la Ponferradina y todos le llamábamos «Petete». Hasta hace unos días nos saludábamos por la calle y sólo puedo decir que era una persona normal, con una vida normal y con un trabajo normal. Divertido y solidario, como cuentan sus compañeras y compañeros, como lloraron sus alumnas y alumnos. Pero todo esto carece ya de todo sentido porque de madrugada el lunes, con una luna rota sobre el cielo de Degaña, un desalmado con nombre, un perro rabioso, una persona tan cuerda como tenaz y alevosa, no le ha dejado que siga escribiendo más líneas de su «libro gordo».
Si quieren llámenlo locura, yo no, no puedo decirle loco a alguien que planifica tanto dolor. Yo lo llamaré sencillamente rencor, el grado más negro del rencor, el veneno más mordaz del rencor, esa semilla que tenemos que desenterrar con nuestras propias manos.
El Día de África
E l pasado 25 de mayo se conmemoró la instauración, el año 1963 en Addis Abeba, Etiopía, de la Organización de la Unión Africana que ha sido el motor de desarrollo de una serie de instituciones regionales, que incluye el Parlamento Panafricano, el Consejo de Paz y Seguridad y programas como la Nueva Estrategia de Cooperación para el Desarrollo Africano.
El último informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo señala que de los últimos 50 países con el Índice de Desarrollo más bajo, 40 son africanos. De los 936 millones de personas que coexisten en África, 315 viven en la pobreza e indigencia más absoluta, a pesar de la gran riqueza del continente; 460 millones de africanos son indigentes, 50 millones pasan hambre crónica; 300 millones no tienen acceso al agua potable y 313 carecen de servicios básicos de saneamiento. Más de 200.000 niños son utilizados como soldados, esclavos domésticos o dedicados a la prostitución; unos 78 millones de niños están sin escolarizar.
Y todo esto en el llamado continente de la esperanza dada la juventud de sus habitantes. Un continente con enormes riquezas naturales, cuya historia, cultura, leyendas y enormes posibilidades turísticas lo con vierten en una fuente de recursos. Lo que sobra a los países opulentos, es patrimonio de los países indigentes. Necesitamos una liposucción mental que nos haga ser, no ya generosos, sino justos.
Clemente Ferrer. madrid