EL ÁRBOL DEL AHORCADO
Embarazada
E stoy segura de que las hay que se sienten mejor que nunca, que pasarían toda su vida cual sidecar y que la que siente a destiempo soy yo. De hecho, hace algunos años una película (creo que era danesa) mostraba la ridícula vida de un matriarcado cuyas amazonas tenían como única ambición vital parir. El bodrio ganó un Oscar y era un alegato feminista trasnochado y aburrido en el que parecía que el único poder de las mujeres estaba en la vagina. No me lo creí entonces y no me lo creo ahora que lo estoy experimentando. No veo qué hay de milagroso en las náuseas, en el agotamiento físico, en los cambios de humor, en el dolor de espalda, en mirarte al espejo y no reconocer tu cuerpo, en el ardor de estómago, en el edema y, sobre todo, en el insomnio. Supongo que se trata de un entrenamiento para lo que viene después. Porque lo malo es que todo el mundo te dice que aproveches, «ya verás cuando des a luz», que intentes disfrutar ahora porque después.... después. Y, de repente, me di cuenta de que aún no había pensado que ese después eras tú y que nunca me había parado a meditar qué era lo que tú querías. Vivirás porque nadie te preguntó, porque así lo decidieron dos personas que no son para ti más que un par de desconocidos. No puedo pensar en una conducta más soberbia que la de quien decide dar vida. Porque no te di la opción de decir que sí, que estabas dispuesto a nacer, que querías aventurarte y vivir y, por lo tanto, sufrir y dudar de todo, aunque al principio tendamos a pensar que un día alguien nos dará la respuesta. Llegas a un lugar en el que nadie te sabrá ofrecer certezas, ni siquiera yo, y si alguien intenta hacerlo desconfía, desconfía siempre, porque todos estamos perdidos en este extraño lugar en el que no nos queda más remedio que elegir entre el dolor y la nada. Sé que al dejar que todo siguiera adelante estaba eligiendo por ti. Sin conocerte, te he obligado a dejar de bucear en ese mar de ausencias en el que no sé si aún te encuentras. Espero que puedas perdonarme si alguna vez crees que el desconsuelo es demasiado pesado, si llega un momento en el que la desdicha te lleva a pensar que tanto esfuerzo resulta inútil, pero haré todo lo posible para que tú también imagines que, a pesar de todo, Sísifo es feliz.