LA SEMANA
El volcán del PSOEcontrola la erupción
L a nube de cenizas de la erupción volcánica del PSOE tras la derrota mayúscula del 22-M se va controlando. Hoy las cosas se ven de otro modo, pero el peligro esta semana ha sido extremo. Primero, la gran bofetada: derrota generalizada y en algún caso solo por una docena de votos o incluso menos, ocho en Santiago. Derrota excesiva que inquieta incluso al PP más responsable, obligado a gobernar, lejos de la placidez de la oposición. En segundo lugar, la exigencia de responsabilidades y la gran división: unos pedían primarias, otros congreso extraordinario y bastantes elecciones anticipadas para archivar de una vez el zapaterismo. El secretario general estuvo muy cerca de ser cuestionado por los suyos ayer mismo en el Comité Federal de no haberse producido la retirada de Carme Chacón, después de haber anunciado esta misma semana que se disponía a competir en las primarias. Tenía todo listo: comité electoral, grandes nombres -”Caldera, López Aguilar, etcétera-” y página web.
Ya era demasiado. Hay barones y docenas de alcaldes que creen que, en su propio trasero, el electorado le ha propinado una patada a Zapatero. El malestar es perceptible, como si su derrota fuera ajena. El discurso del Presidente la noche electoral, reconociendo los resultados adversos - y admitiendo alguna pregunta, lo que es de agradecer- estuvo exento de cualquier autocrítica. Y la militancia consultada estima que el adversario principal fue la crisis pero que Zapatero puso de su parte, primero con una política de nombramientos desafortunados - Pajín en la secretaria de Organización, Alonso como Portavoz, parlamentario, incluso contra voluntad de ambos- y al final con las decisiones, que le honran pero que desgastan, de recortes impuestos por los líderes europeos hace un año para evitar la intervención de nuestra economía.
El partido quería pasar página y el intento de Zapatero de ser sucedido por Carme Chacón, sublevó sus filas. Patxi López, a la brava, propuso un Congreso extraordinario. Los intentos de Barreda y Tomás Gómez de apostar por Chacón duraron lo que tardó en llegar la hora de la verdad. Y el apoyo del andaluz Griñán era más cuestión personal que reflejo del PSOE andaluz, según media docena de dirigentes regionales.
Zapatero, a media semana, avanzaba hacia su desautorización, Chacón desafiaba una derrota interna y el PSOE su inmolación. La ministra de Defensa, la más sensata, evitó el desastre con su retirada, expresada en un inteligente discurso en el que presentaba su candidatura para suceder al sucesor. O sea, después de Rubalcaba, yo. «Chacón dimitirá -aseguraba en la madrugada del jueves un hombre fuerte del socialismo andaluz, convencido de que Chaves se equivocó con Griñán- y dejará paso a Rubalcaba. Lo malo para ella es que después de Rubalcaba habrá seis en sus mismas condiciones para sucederlo». La primera parte la clavó, la segunda se verá.
Ahora comienza otra era. Zapatero ayer jaleó a Rubalcaba diciéndole que si de joven hacía los cien metros lisos en diez segundos, que gane la carrera presidencial en diez meses. Es casi imposible pero hará un buen papel. La derecha lo sabe y por eso lo fustiga. El ministro del Interior que ha detenido más comandos de ETA es cuestionado por Mayor Oreja, el que detuvo menos. El comunicado del PP de ayer indicando que Rubalcaba es el «rey del subsuelo y el paradigma de la decadencia» hasta puede reanimar a una parte de la decaída militancia socialista. Hay otro sector que celebrará su candidatura: el convencido de que no es preciso tener cuarenta y pocos años para ser presidente del Gobierno, como Suárez. González, Aznar o Zapatero. La experiencia es un grado y que Rajoy y Rubalcaba se disputen el mando del país, no deja de ser un reconocimiento. Zapatero se obcecó en demostrar lo contrario.