Leonesismo y bercianismo, tal cual
El anuncio del abandono de la actividad política por parte de José María Rodríguez de Francisco tras una segunda patética reaparición y un segundo y sonado varapalo electoral en ocho años reabre el debate sobre la unidad del leonesismo, hecho trizas precisamente por su mentor, y abre las puertas de la UPL a quienes, siguiendo el camino de los defenestrados, encontraron acomodo bajo las siglas del PAL-UL e incluso del Prepal. Se las abre a los diez concejales del PAL-UL -”algunos de ellos muy apetentes como los de Astorga (3), Brazuelo (2), Santovenia de la Valdoncina (2) y San Andrés (1)-” y al único del Prepal, pero también a antiguos afiliados cuya disposición sería ahora distinta a la vista de que los resultados electorales empeoran en la misma medida que aumenta la fragmentación y que el discurso leonesista es atacado y asumido desde otras posiciones políticas. Ocurre lo mismo con el bercianismo, cuya representación se limita a los cuatro ediles del PB, mientras el PRB, en blanco, más parece una entelequia política. Podría plantearse un proceso de unidad pero, como en el caso de De Francisco, la desaparición de Tarsicio Carballo es una condición sine qua non. Mal asunto que la política se plantee desde el caudillismo y desde la creencia de la posesión de la verdad absoluta. Los que votan no perdonan.