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Publicado por
Charo Zarzalejos
León

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Ya está. El Partido Socialista ya ha pasado página y Alfredo Pérez Rubalcaba es, además del candidato a inquilino de La Moncloa, previa convocatoria de unas primarias para cumplir el trámite, el hombre fuerte, el único hombre fuerte de los socialistas. Su poder, más allá de las nominaciones oficiales, es extraordinario teniendo, además, en su mano un arma que aunque nunca vaya a utilizar, la tiene y que no es otra que la de decir «me voy». Esto no lo hará el candidato porque en ningún caso se iban a dar las condiciones, pero esa baza la tiene ¿cabe mayor poder?

La nominación de Rubalcaba es el resultado de unas jornadas de auténtico pánico en la que la dirección federal; es decir Rodríguez Zapatero y Blanco a punto han estado de verse desbordados por los acontecimientos. Era, ha sido tal el pánico, que el propio Zapatero ideó la fórmula para evitar cruzar la fina raya del abismo y, de paso, controlar la sucesión en el partido.

La reunión de anteayer no se caracterizó por el calor ambiental. Más bien al contrario. El secretario general repitió el discurso que les ha llevado a la derrota. No hubo ni asomo de autocrítica y si, efectivamente, el PSOE ha resuelto una papeleta importante, pero sólo eso aunque no sea poco.

Rubalcaba había guardado silencio hasta el último minuto pero desde el viernes por la noche ya era el hombre fuerte de los socialistas. Le han apoyado los que apoyaban a Chacón, todos se mostraban con una impostada satisfacción no por el candidato que sin duda es un buen candidato, sino por el «procedimiento», por la incongruencia que supone el que tras la derrota absoluta no se haya producido una sola dimisión y porque muchos, en su fuero interno, saben o creen saber que ha sido el pánico y no la convicción lo que ha llevado al amplio silencio compartido, a dejar para otro día la reflexión sobre el fracaso rotundo que les han indicado las urnas. Todos han dado las gracias a Carmen Chacón- ¡cómo es la política¡- pero nadie ha dicho nada de su durísimo diagnóstico sobre el PSOE y que fue, según dice ella misma, el motivo final para su renuncia.

Las cosas han salido, al final, como Rubalcaba quería que salieran. Nada de competiciones -"con su historia y su experiencia hubiera sido demasiado-" para suceder a Rodríguez Zapatero y nada de no tomar partido por parte del secretario general. Zapatero debía proponerle para que no hubiera lugar a equívocos. Y Zapatero, al menos en esta ocasión, ha hecho lo que Pérez Rubalcaba ha querido.

El PSOE ha iniciado su «después» del 22-M pero los acontecimientos no se han agotado. Sólo cabe esperar que dentro de unos días nadie salga diciendo que las cosas, este fin de semana se han hecho mal. Todos han sido participes y responsables. A su favor tienen que el resultado ha sido Alfredo Pérez Rubalcaba.

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