EL RUBICÓN
El empecinado
Decía un maestro que un día hubo en mi pueblo que «un tonto hacía un ciento si le daban lugar y tiempo». Pero el alcalde de Valladolid, ese que en el apellido lleva su penitencia, va un paso más allá y se piensa que todo el mundo es tonto, o se lo hace, y que el único listo es él. Dice el ínclito ciudadano de Castilla que es de «palurdos» criticar a Valladolid, que es la mejor ciudad de Castilla y León, de España y poco menos que del mundo mundial.
Es verdad, Valladolid es una gran ciudad, y nadie le niega su derecho a defenderla, pero debería saber que el resto también lo son, sólo que ellas se lo han tenido que ganar y a la suya le ha llegado como caído del cielo. Si la Junta, las Cortes, las consejerías y todos y cada uno de los altos cargos con todos sus funcionarios que se suman por miles estuvieran, por ejemplo, en León o en Burgos o en Soria, ¿cuál sería entonces la gran ciudad de Castilla y León?
Parlurdo sería quedarse callado ante los continuos atropellos que tienen que sufrir los leoneses mientras ven como su ciudad, que usted defiende y muy bien, crece y crece y sólo porque allí decidió instalarse un día el poder político, que rápidamente arrastró al económico. Pero, mire, palurdo, palurdo realmente es aquel que insiste e insiste en que Valladolid es el centro del noroeste peninsular. Debe usted pensar que por repetir una y mil veces una mentira se va a convertir en realidad. Coja un mapa y mírelo bien, de Norte a Sur y de Este a Oeste y si, aún sí, todavía insiste en que Valladolid es el centro del noroeste de la Península procure que no le oigan los del informe Pisa porque le bajan la calificación a la Comunidad. Es usted como Joe Rígoli. Él triunfó con su «y yo sigo» y usted lo hace con el suyo, más tosco y menos gracioso, pero le va igual de bien, porque el dinero de la Junta fluye y fluye hacia Villanubla, Boecillo y hasta hacia Arroyo de la Encomienda. Villanueva le critica, pero lo hace con la boca pequeña y porque estaba en León, a donde ha venido desde que es consejero no más de diez veces en sus deciséis años en la Junta, claro que mejor para León. Él también sigue.
Como el todavía alcalde Francisco Fernández que, al más puro estilo del empecinado, seguirá al frente del partido y en la oposición. Ya se verá por cuanto tiempo. ¿Cómo iba a dejar que otros nombraran los diputados o hicieran las listas para las generales? Eso nunca lo haría un cobarde.