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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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L as elecciones del 22-M situaron al leonesismo muy cerca de la nada. Y al bercianismo en la más cruel de las miserias. Las formaciones que sostenían tales ideologías pueden darse por casi amortizadas. A medio y largo plazo. Por la parte leonesista, una oscura sopa de siglas compareció ante las urnas. Todas fracasaron plenamente. Incluso la más prestigiosa y conocida, la UPL, que ha perdido la bicoca de ser llave del ayuntamiento de León (el 95 por ciento de su fuerza política). Aparte de ese gran dolor, la UPL sólo ha colocado a un representante en las Cortes de Castilla y León. Un llanero solitario, mucho menos que un verso suelto.

¿Y por qué ha sucedido esto? Probablemente porque tanto el PP como el PSOE se han ido haciendo más leonesistas que antes. Y fueron los partidos regionales, ya casi exangües, los que favorecieron esa nueva identidad territorial que hoy adorna a sus adversarios. Ello significa que los intereses de León y los del Bierzo desde donde mejor se pueden defender es desde el PSOE o desde el PP; no desde formaciones que sólo pueden aspirar a ser bisagras. Que se han quedado sin puertas.

Ahora ya sólo falta que los dirigentes de los partidos en ruina se incorporen, derrotada y oscuramente, a las formaciones grandes. Salvo que quieran cruzar años y años de desierto, y sin garantía alguna de llegar al mar. Que sería, también, el morir. Nuevamente.

En el Bierzo la cosa es más anecdótica. Porque así como en León era el leonesismo el que decidía el alcalde de la capital de la provincia, el bercianismo solo ha sido una cosa de aficionados. Como los partidos de fútbol de las empresas o como los karaokes; algo así. Secundario y sin interés alguno para la inmensa, demoledora mayoría.

El bercianismo queda también fenecido tras los avatares de mayo. Uno de sus partidos ha logrado un inconcebible, por irrisorio, puñado de concejales y el otro hizo pleno: ninguno. Pero eso no importa mucho porque la doctrina bercianista también forma parte de los programas y sentires del PP y del PSOE del Bierzo. Una comarca donde el bipartidismo crece y donde la izquierda triunfa en las circunscripciones más rurales y remotas. Lo que sugiere humildes redes clientelares y fronterizas.

La política seudo-identitaria del leonesismo y el vacío estructural del bercianismo están cada vez más lejos de los intereses y confianzas de los ciudadanos. Y es que éste no es el momento del sentimentalismo; tampoco del rencor aburrido ante León o Valladolid.

Es el momento de la eficacia. De la cualificación y las conexiones. ¿Qué es triste? Tal vez un poco. Pero es lo que han determinado los ciudadanos. Ellos saben muy bien lo que se juegan en las urnas.

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