Redada

Dicen que los políticos tratan a la gente como idiota precisamente porque hemos votado por ellos. De algo similar se habló en la primera redada organizada fuera de Madrid y Barcelona, gran acontecimiento informático que tuvo un seguimiento masivo a través de Twitter. El porvenir siempre suele irrumpir haciendo mucho ruido, y mientras en las calles de todo el país la juventud expresaba una patología radical del descontento, el grupo de profesionales reunido para la ocasión en el aula de la Escuela de Industriales debatió a conciencia sobre las filosofías y prácticas de una sociedad, la nuestra, en la que prima cierta actitud paternalista de ocultación y hasta engaño, referida por supuesto al noble arte de tener al público bien informado. España, se dijo allí para vergüenza de los presentes, es el único país de Europa en el que no existe una Ley de Acceso a la Información Pública, lo que tras un análisis sereno y juicioso resulta un poco cargante.

Semejante velo parece ser un excelente parapeto para mangurrinos de toda laya y adscripción. Porque bien manejados en una coctelera, como aquella en la que preparaban los Martinis que tanto le gustaban a Truman Capote, los datos tienen su ideología. Y por eso, precisamente, hay que conocer la película desde todos los ángulos. Solo así, gracias a las autopistas de la información y otras moderneces, podemos aspirar algún día relativamente cercano a cosas tan baladíes como una Ley de Trasparencia que permita el escrutinio eficaz por parte del común en relación a todas las actividades del Gobierno y la Administración del Estado. Una última cosa: el moderador del coloquio fue Javier de la Cueva, un personaje en el punto de mira de todos los medios del país por ser el abogado que blindó los derechos de los participantes en el 15-M. Pues bien, su presencia en León pasó casi de puntillas, lo que dice bastante acerca de nuestra desidia. ¡Qué ciudad!