CUARTO CRECIENTE
Aberraciones
Entre 1962 y 1971, los Estados Unidos arrojaron más de 11 millones de litros de herbicidas sobre 3.181 aldeas de Vietnam para abrasar las cosechas y deforestar la selva donde se emboscaba el Vietcong, que usaba la geografía de su país para enfrentarse al ejército mejor equipado del mundo. Son las cifras de un informe oficial sobre una de las mayores aberraciones que ha cometido el hombre en los últimos cincuenta años; el uso de armas químicas en la guerra de Vietnam.
Aviones norteamericanos sobrevolaban el territorio de la guerrilla comunista y soltaban su carga tóxica para facilitar el avance de la infantería. Dejaban una estela naranja en el cielo. Y después regresaban a sus bases, como el aeropuerto de Dannag, donde almacenaban los temibles desfoliantes.
Los Estados Unidos también utilizaron bombas de napalm en aquella guerra; gasolina gelatinosa que se inflamaba con mucha facilidad, se quemaba lentamente y resultaba muy difícil de apagar una vez que comenzaba a arder. El napalm causó estragos y dejó imágenes sobrecogedoras que ya son iconos del siglo XX, como la fotografía de la niña Kim Phúc corriendo desnuda y con la piel quemada, que le valió el premio Pulitzer a su autor.
Cuarenta años después, Kim Phúc es Embajadora de Buena Voluntad de la ONU y el napalm, una página roja en la historia de Vietnam. El agente naranja, por el contrario, sigue siendo una realidad. Todavía hoy, sus dioxinas contaminan el agua y el suelo, y han marcado a una generación de vietnamitas, que ha visto nacer a miles de niños con malformaciones genéticas. Estados Unidos nunca ha asumido su responsabilidad. Tendría que hacer frente a reclamaciones millonarias. Pero a través de fundaciones privadas, se ha comprometido a limpiar las zonas más contaminadas del país, como el aeropuerto de Dannang.
Alguno podría pensar que exagero al mezclar las noticias del agente naranja que estos días aparecen en todos los informativos con la incineradora de Toral de los Vados. Pero si en Cosmos comienzan a quemar neumáticos, yo empezaré a preguntarme cuánto tiempo pasará hasta que las dioxinas lleguen a la cadena alimentaria y se cumplan los pronósticos del científico Ángel Alonso, uno de los mayores expertos en la lucha contra el cáncer. Porque la incineradora del Bierzo es nuestra aberración particular. Y no hace falta ninguna guerra para decirlo.