EL CORRO
El reto está en la eficiencia
E l desembarco del PP en las autonomías arrebatadas a los socialistas en las pasadas elecciones recuerda mucho lo que hizo en 1987 José María Áznar cuando, no sin sorpresa, se hizo con la presidencia de la Junta de Castilla y León. La austeridad fue su tarjeta de visita, prodigando una serie de gestos de gran eficacia mediática (retirada de las visas oro a los consejeros, supresión de las delegaciones territoriales de las consejerías, etcétera) que le reportaron inmediatamente una imagen de gobernante sobrio y eficiente.
Veinticuatro años después, y con las arcas autonómicas exhaustas, la austeridad se ha convertido en una especie de mantra para las comunidades gobernadas por el PP. Los presidentes que han estrenado cargo lo han tenido mas fácil que los que repetían. No es lo mismo reducir el número de altos cargos donde todos los anteriores eran del partido contrario que hacerlo teniendo que prescindir de correligionarios. Por eso el recorte de ellos en Castilla y León (en torno a un veinte por ciento, según lo anunciado por Juan Vicente Herrera) no llega ni de lejos al aplicado en Baleares o en Castilla La Mancha. En esta última comunidad, Dolores de Cospedal ha entrado como elefante en cacharrería, llevándose además por delante, so pretexto de esa austeridad, instituciones de control y participación como el Defensor del Pueblo y el Consejo Económico y Social.
Tal vez porque es consciente de que el recorte en su estructura de gobierno va a estar por debajo de lo esperado (téngase en cuenta que en el 2007 el propio Herrera incrementó el número de altos cargos en casi un treinta por ciento) el reelegido presidente de la Junta ha acompañado dicha reducción con otra serie de medidas de austeridad adoptadas muy de cara a la galería. Sorprende, por ejemplo, que a estas alturas de la crisis cualquier alto cargo dispusiera todavía de coche oficial a su disposición y de barra libre para comer con cargo al erario. O también que se reduzca el nada exagerado número de miembros del Consejo Consultivo y del Consejo de Cuentas, sobre todo después de que el primero acabe de estrenar una sede en la que la Consejería de Hacienda se ha dejado más de siete millones de euros.
En todo caso, quede claro que toda la austeridad en el gasto publico siempre será poca, incluso no estando sumidos en esta crisis de caballo en la que estamos. La austeridad es obligada, pero con ella no basta si no se ve acompañada de la eficiencia en el gasto público. Esa es la verdadera clave, como bien subrayó por cierto el nuevo jefe de la oposición, el socialista Óscar López, en el pasado debate de investidura. Es en la mejora del nivel de eficiencia donde tiene que dar la talla el nuevo gobierno de Castilla y León. Y dejémonos ya de brindis al sol.