La opinión del lector
En favor de los seis trabajadores del Musac
Q uiero manifestar mediante estas líneas mi descontento y una gran desilusión acerca de la inconveniencia o decisión nada acertada de «prescindir» de uno de los principales activos con los que cuenta este Museo como son los 6 educadores pertenecientes al Deac ya que con esta medida pueden verse afectadas algunas de las principales actividades ya consolidadas dentro de la propia institución.
Este escrito no va encaminado a debatir sobre los aspectos contractuales de un acuerdo ya que me declaro profano en esta materia y considero que esta situación debería abordarse desde la lógica, con sensatez y con coherencia. Aunque a mí, después de estos acontecimientos, pocas cosas me sorprenden ya, pues cuando el Musac aterrizó en León con el desparpajo y el «descaro» del que viene a revolucionar la vida cultural de una ciudad, se alzaron no pocas voces críticas procedentes del colectivo que más debería haber apostado por su implantación, posiblemente por temor a verse relegados y perder su hegemonía artística dentro de «su feudo provinciano».
La labor llevada a cabo por el Musac a lo largo de estos años en materia expositiva, formativa y promocional es impresionante, consolidándose, a pesar de los pesares y a las pruebas me remito, en un referente cultural. Su verdadera razón de ser ha quedado patente a lo largo de estos años, desarrollando con gran acierto una política de acercamiento del arte a la calle, permitiéndonos establecer un enriquecedor diálogo con el, hasta ahora desconocido y siempre complejo, arte contemporáneo. Pues bien señores de la Fundación Siglo, parte de esta impecable trayectoria obedece a la excelente labor llevada a cabo por los trabajadores del Deac, conocedores, como muy pocos, de las claves del éxito de este Museo, donde entre otros muchos cometidos, conforman una parte muy activa en la estructuración y en el discurso de cada una de las exposiciones, llevando a cabo una importante labor de documentación con el fin de acercarse un poco más al artista y a su obra, trasmitiéndole profesionalidad, seguridad, quietud y en algunos casos ejerciendo el difícil papel de anfitrión con el ánimo de facilitar al artista una agradable estancia dentro de nuestra ciudad. Ellos nos hacen partícipes de estas sensaciones, de sus conocimientos y experiencias, familiarizándonos con el artista y su obra, todo ello sin ni siquiera, la mayoría de nosotros, llegar a conocerlos. En fin, viven una constante reválida. Pero ¿realmente se conoce y reconoce esta labor? ¿se respeta? En un mundo de zancadillas, de envidias y de trabas, donde el saber se paga a precio de oro ¡qué importantes nos hacen y qué importantes nos sentimos! Por todo ello que nadie ponga en duda que constituyen uno de los principales activos con los que cuenta esta institución. Solamente esta vivencia se puede contar desde el día a día, desde la convivencia, desde el querer aprender y del saber enseñar. Por todo ello a mí como a otros muchos compañeros que asístimos con frecuencia a una serie de actividades que el Musac pone a nuestro alcance, nos mueve el sentimiento, la consideración y el respeto hacia estos seis educadores que desde el más absoluto anonimato colaboran, día a día, de manera muy activa en el engrandecimiento cultural de esta ciudad.
Es necesario dar con la fórmula adecuada que invite a la reflexión y a un replanteamiento capaz de aunar voluntades. Resulta paradójico que una institución donde la mayoría de sus obras revelan un importante contenido crítico-social e invitan a la reflexión, utilice la indiferencia para prescindir de algo que, por méritos, debería ser imprescindible. Amparo, Julia, Cristina, Antonio, Nadia y Mariola nos vemos en el Musac.
Julio del Barrio. LEÓN