EL BAILE DEL AHORCADO
Réprobos
Ha pasado por León el último representante de la Institución Libre de Enseñanza, una de las aventuras más románticas y menos reconocidas de la historia de España. Julián de Zulueta estuvo el martes en la ciudad presentando la biografía que sobre su vida ha escrito María García Alonso. Dice en la entrevista con Diario de León que ha vivido en selvas tropicales con cazadores de cabezas reales. Habría que recordarle que no es necesario irse al paraíso para experimentar el horror.
Aquí, en España, ocurrió hace no tanto y se sajó la testa intelectual de toda una generación. En León, la que podría haberse convertido en una minoría rectora quedó silenciada para siempre. Su lugar lo ocuparon los tenderos. Con ello se purgó en realidad la posibilidad de desarrollo de un pueblo entero. Y así han pasado ochenta años... casi un siglo. Sin embargo, la herencia frustrada de Giner de los Ríos y del krausismo, el pensamiento filosófico del que esta escuela de «réprobos» bebió, tiene hoy más vigencia que nunca. En un país lastrado por la indigencia moral y económica, en el que la cultura se considera patrimonio de pedantes y el fútbol, los toros (lo siento, pero la élite de la lidia ilustrada liderada por Andrés Amorós es una minoría) y la grosería intelectual ya ha convencido a la mayoría, no está de más recordar el legado que la cuestión universitaria puso en marcha.
Ya no se trata de redimir; cada época tiene sus procedimientos y la de los institucionistas estuvo marcada por una innegable pátina clasista que hoy ya no tiene sentido. Sin embargo, el «todo vale» que recorre la espina dorsal de la sociedad de manera totalmente democrática debería repensarse. El trabajo, el esfuerzo y el talento deben recompensarse y no es menos liberal (aquí me sirvo de la representación que del término hace el pensamiento anglosajón) el que considera que no todos podemos hacer lo mismo. La educación debe convertirse en adiestramiento cultural y de pedagogía de vida y hoy no es más que un mero espacio de estabulación. En el mejor de los casos, a los alumnos se les atiborra de datos, usurpándoles las herramientas para relacionarlos y lograr así que sean capaces de interpretar el mundo. Saben pero no comprenden. Hay que formar elites, pero con el sistema actual éstas siguen siéndolo por clase y apellido. Y así es difícil que nuestra prima de riesgo no siga creciendo.