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León

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No desearía transformar esta isla de tinta en el barrio porteño de La Boca paseando alegremente el féretro del descendido River por sus calles, mientras la hinchada de los millonarios se desmandaba desesperada arrasando el barrio de Núñez. El fútbol es dramática y felizmente así. Que no se engañen en León por las condolencias y los pésames oficiales. Al menos una buena parte de la grada del Toralín festejaba ayer el supuesto descenso administrativo de la Cultural bajo ese espíritu tan bilardista del «¡Pisaaalo, pisaaalo!».

Incluso desde esa otra retórica futbolística también tan argentina, la del menottismo o el valdanismo , la caída en desgracia del gran rival de la capital, sirve para racionalizar el descenso de la propia Deportiva de la división de plata del agonizante fútbol español. Desde el caos de la Cultural es posible ofrecer una coartada benévola a la mediocre planificación técnica del club blanquiazul que tras dos oportunidades de oro para mantenerse en Segunda ha vuelto a caer al pozo de la Segunda B. Y del mismo modo engrandece más aún la brillante gestión que desde lo económico, en cambio, ha realizado la actual junta directiva. Entre otras razones porque la Deportiva nunca ha perdido en general la cabeza en los desembolsos en jugadores, nunca ha sido rehén exclusiva de los subsidios de las administraciones e incluso -"no me digan por qué-" debe haber sido una de las pocas sociedades de este país que vio venir el estallido de la burbuja inmobiliaria. Si se hubiera embarcado en su día en el desarrollo de la ciudad deportiva y la venta del suelo que el Ayuntamiento le cedió en Bárcena para financiar la operación, no sé dónde podría estar hoy. Quizás con la Cultural.

Es cierto que el club capitalino es una víctima de lo que está ocurriendo en el fútbol español desde la cúspide, donde la mayoría de las sociedades no generan ni una mínima parte de los ingresos disparatados que pagan a sus estrellas. Y encima la ley concursal permite a muchas proseguir una grosera huida hacia adelante mientras que a las más pequeñas sólo las aboca a la desaparición. La Cultural es una metáfora de lo que ha acaecido con nuestra economía. Pero a este lado del Manzanal tampoco son demasiados a los que les importa eso. «Fútbol es fútbol», decía Boskov; que es lo más parecido a la definición del sinsentido infinito.