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Ponferrada

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Le llamaban El amargo Bierce y desapareció en México durante la revolución.

Había nacido en Ohio y era el décimo hijo de una familia calvinista. Durante la Guerra de Secesión, vistió el uniforme azul y participó en la batalla de Shiloh, donde las crónicas de la época cuentan que era imposible caminar sin pisar algún cadáver. Fascinado por la muerte y el horror, y tras una expedición por territorio indio, Ambrose Bierce se convirtió en uno de los periodistas más sarcásticos de los Estados Unidos en los diarios de William Randolph Hearst -el magnate retratado por Orson Welles en Ciudadano Kane - y en escritor de relatos de terror que todavía se siguen leyendo.

A Bierce le odiaron y le admiraron durante buena parte de su vida. Se le compara con Poe, Melville y Lovecraft. Y además de escribir relatos sombríos y columnas ácidas, es el autor del Diccionario del Diablo , una recopilación de definiciones de palabras donde ofrece lo mejor de su humor negro. Dejo aquí un buen ejemplo: «Alianza: En política internacional, la unión de dos ladrones, cada uno de los cuales ha metido tanto la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar en un tercero».

Y ahora perdónenme el sarcasmo si hoy recuerdo al amargo Bierce para aludir a alianzas más cercanas y acordarme de todos aquellos que van sembrando la política de cadáveres (y esto es una metáfora) para sobrevivir. Son personas marcadas por la sospecha, imputados por corrupción en muchos casos, que se aferran a las teorías de la conspiración para salvar la cara, desconocen el verbo dimitir y se empeñan en repetir que están en política porque comparten una idea y una vocación de servicio público. Sólo tienen que abrir la boca para quedar en evidencia, claro. Pero todavía hay gente que les vota con el argumento de que robarán, pero al menos algo hacen.

No se engañen, ni se dejen engañar. Y háganle caso al maestro Bierce, el gringo viejo que viajó a México durante la revolución porque quería volver a pisar un campo de batalla y nunca regresó para contarlo. «Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado», dice otra definición de su Diccionario del Diablo . Y les dejo que adivinen de qué palabra les estoy hablando.

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