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Julio Ortega Fraile. Delegado Libera. pontevedra Juan Luis Díez Prado. prioro
León

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Modos y maneras

E l Parlament de Catalunya ratificó el miércoles la prohibición de las corridas de toros a partir del 2012 al rechazar tanto la derogación de la primera votación como una moratoria. Y esta vez lo ha hecho por una mayoría de esas que arrancan sonrisas o encogen estómagos, según para qué le sirva a cada uno la ética. Ahora que la sangre abundante de víctimas fáciles va a dejar de empapar la arena de La Monumental, comienzan los enajenados devaneos de esos vampirillos de tendido y bocata, y como si del editorial de un ínclito periódico se tratase, pegan capotazos a la realidad sacando desde la muleta de la conspiración hasta la del insulto. Así, los que ayer eran sus socios, hoy no son más que mercenarios y traidores que les han robado la alegría, la ilusión y el placer de ser espectadores del noble arte de la tauromaquia. Algunos llevamos mucho tiempo tratando de ver por dónde encajan los términos nobleza y tortura. Todavía no lo hemos conseguido. Será, como dicen ellos, que nuestra ignorancia nos impide comprenderlo. El caso es que se están marcando un paseíllo con poco de marcial y mucho de desquiciado, en el que alguacilillos, espadas, picadores y monosabios de foros de Cúchares, brindan a los políticos catalanes epítetos como: cínicos, hipócritas, oportunistas, hijos de p. o nazis, siendo éste último el que más se repite, lo que sugiere que ya se les han acabado los argumentos, si es que alguna vez los tuvieron. Y no me refiero a esos anzuelos que lanzan habitualmente para pescar en datos científicos tergiversados, en la historia más negra que se empeñan en no enterrar o en un modo muy pancista de entender la libertad, sino a ser capaces de justificar con coherencia y razones que vayan más allá de sus feroces apetencias personales, por qué la violencia sobre seres vivos es una acción que la sociedad debe de permitir y de subvencionar. Jamás lo han logrado, claro está, y así pasa lo que pasa, que cuando se dice ¡basta! con la ley en la mano, esta gente pierde los papeles, y sin guión del que echar mano sólo les queda lo que su cerebro el mismo que disfruta viendo sufrir a un animal es capaz de improvisar: invectivas y despropósitos. Algunos de estos personajes, portadores de una virulencia chocante en quienes tanto repiten que los taurinos son un ejemplo de educación, civismo, respeto y librepensamiento, arengan eufóricos a sus compañeros diciendo en sus foros: «Vamos a por ellos que somos muchos más». Menos mal que entre tanta vasoconstricción cerebral e inguinal aparece quien a pesar de su rabia conserva un ramalazo de lucidez y advierte: «No seáis optimistas, ¿cuánta gente menor de 30 años está mínimamente interesada en los toros». Y mayor muy poquita, añadiría yo, de otro modo no necesitaría esta cruel tradición de tanto dinero público para seguir celebrándose

Duplicidad de números

I lustrísimo señor alcalde del Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo.

Como al rogarle que atienda a los vecinos del citado no supone quebranto alguno para el Ayuntamiento porque nada oficial se opone como nada en las mismas condiciones lo hubo a lo ordenado lo que voy a rogar, dado los envíos de «listados» a entidades con posibilidades sencillas de informar, es que desde 1992 venimos padeciendo los censados los múltiples contratiempos que supone y, aún continúa, el recibo de nuestra correspondencia que, sin notificación oficial se nos ordenase la validez de la «tablilla numerada» con pretensión de que el número escriturado no sirva de nada.

Ignoramos desde un principio qué razones pueden obligar al Ayuntamiento para tomar tan incorrecta decisión que, señalaban los colocadores, «va a ser por unos días». Aplacando los ánimos de oposición y nació el respeto a lo municipal.

Transcurren los pocos días y aumenta la confusión entre unos y otros números, con desprecio a la correspondencia que, cruzado el número legal, iba a parar al suelo y ser pisoteado. Los carteros, fieles a sus superiores y no a las disposisciones legales sobre la inviolabilidad de la correspondencia.

En todos los años desde la citada fecha no ha habido posibilidad de que nos veamos dueños de un número, retirado y borrado, que figura en cada escritura. Y si el motivo a la pretendida sustitución ha cumplido, al haber sufragado las arcas del Ayuntamiento más de cinco millones por un cambio sin fundada legalidad, ruego se ordene, aunque sólo sea por los mismos medios, «listado», la vuelta a disponer de nuestro «escriturado».