Diario de León
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u Bajo el título Modos & maneras , Miguel Valcárcel Valverde escribe desde León lo siguiente: «Los juguetes y el amor son igual que las niñas caprichosas cuando se cansan del juguete lo tiran hacia un lado. El amor a veces las niñas malcriadas lo tiran igual. No todos podemos tener el juguete cuando y como queremos y el amor, lo mismo. Las niñas malcriadas sí se permiten alejar el juguete que siempre han tenido y con el que se divierten y luego lloran cuando no lo pueden tener. No todos podemos tener varios juguetes y mucha gente sabemos disfrutar de lo que tenemos y no lo rompemos. Igual que siempre intentamos dar valores de educación a nuestros hijos y a veces nos sale un malcriado, ¿verdad? Y en casa lo tengo y no lo quiero ver. Las niñas a veces son caprichosas: todo lo quieren y nada valoran y lo malo no esta en dejar de lado lo que nos sirve lo malo esta en apartarlo de nuestro lado y hacer la vista gorda. Modos y maneras y los caprichos pagarás. El amor estas cosas tiene: de momento pasas de ser y luego no estar y por otro reemplazado serás. La pena es que no lo sabrás disfrutar y lo que tocas de tu lado siempre lo apartarás».

u Mónica Marzán de Cabo, también desde León, afronta otro tema distinto: «Me pregunto yo a qué mente preclara se le ocurriría permitir a los ciclistas transitar por las aceras. ¿En qué estado de sostenible levitación estaría cuando decidió semejante asnada? No soy yo una gran ciclista, la verdad. Es más, mis experiencias sobre una bicicleta se limitan a una tarde de domingo en la que aprendí y desaprendí con la misma celeridad tras pegarme un buen trompazo allá por el párking de la Facultad de Filosofía, decenas de años atrás. Pero me confieso figurándome ciclista recorriendo los muchos kilómetros de carril bici que recorren la ciudad de Amsterdam, de los que una vez me ví sustraída como peatona en mi española ignorancia. Ahora, sin embargo, me sueño peatona libre e indemne mientras me esmero en sortear ciclistas de dos cabezas y cuatro piernas, y rezo cuando por la espalda se aproximan silenciosos para que sean ellos los que me sorteen, a mí y a mi hijito, que el otro día se llevó su primer susto circulatorio en una esquina que poco podía él imaginar que dos ciclistas compitiendo entre sí doblarían a toda velocidad... Panchos, Javis, Desis, Beas, Titos, Pirañas e incluso Quiques de León, por favor, sorteadnos bien mientras disfrutáis del libertinaje que espero alguien con sentido común corte rápidamente de raíz, por el bien del viandante en general y del leonés en particular».

u Desde Prioro, Juan Luis Díez Prado, escribe lo siguiente: «Mas de 1.300 personas esperando llegar con creces a las 5.000 se suman en apenas seis días al grupo de apoyo creado en la red social Facebook para reivindicar un cercado osero en la localidad de Prioro para que los osos Luna y Ponderoso, del Coto Escolar, enjaulados desde hace más de 17 años, tengan en un espacio de 600 metros cuadrados y recalen en la localidad del parque regional de los Picos de Europa. Este rotundo respaldo social a esta iniciativa está cargado de comentarios con propuestas e ideas muy constructivas acerca del futuro que se puede dar a Luna y Ponderoso si la Junta de Castilla y León acepta apoyar un proyecto turístico y de sensibilización ambiental similar al que se explota con Paca y Tola en Asturias. Da la casualidad que Prioro, la localidad más grande del parque regional de Picos de Europa no alberge ningún organismo dentro del mismo o dentro la mancomunidad de Riaño. Pero los vecinos repartidos por toda España están hartos de que un pueblo en el que recalan en plenas fiestas 4.000 personas no disfruten de algo más durante el año y por eso se están poniendo a trabajar en el proyecto que tanto el ayuntamiento como los vecinos esperan con expectación».

u Julio Ortega expresa así su opinión sobre un asunto de alcance nacional: «El Parlament de Catalunya ratificó la prohibición de las corridas de toros a partir de 2012 al rechazar tanto la derogación de la primera votación como una moratoria. Hay que ser capaces de justificar con coherencia y razones que vayan más allá de sus feroces apetencias personales por qué la violencia sobre seres vivos es una acción que la sociedad debe de permitir y de subvencionar. Jamás lo han logrado, claro está, y así pasa lo que pasa, que cuando se dice ¡basta! con la ley en la mano, esta gente pierde los papeles, y sin guión del que echar mano sólo les queda lo que su cerebro el mismo que disfruta viendo sufrir a un animal es capaz de improvisar: invectivas y despropósitos. Algunos de estos personajes, portadores de una virulencia chocante en quienes tanto repiten que los taurinos son un ejemplo de educación, civismo, respeto y librepensamiento, arengan eufóricos a sus compañeros diciendo en sus foros: -˜Vamos a por ellos que somos muchos más-™. Menos mal que entre tanta vasoconstricción cerebral e inguinal aparece quien a pesar de su rabia conserva un ramalazo de lucidez y advierte: -˜No seáis optimistas, ¿cuánta gente menor de 30 años está mínimamente interesada en los toros-™. Y mayor muy poquita, añadiría yo, de otro modo no necesitaría esta cruel tradición de tanto dinero público para seguir celebrándose».

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