L A SEMANA
Rajoy-Rubalcaba, el debate que viene
Y a sólo queda una incógnita: la fecha de las elecciones. Noviembre o marzo. Pero disponemos de una gran certeza: Rayoy y Rubalcaba, desde ayer candidato socialista, protagonizarán un debate político apasionante en los próximos meses. No puede ser de otro modo a la luz de sus últimas intervenciones públicas. El discurso de ayer podía haberlo enfocado Rubalcaba de otro modo, por ejemplo centrándolo en la crítica habitual al PP y a Rajoy, a saber, denunciando la falta de propuestas, el rechazo de cualquier consenso, la ausencia de compromiso y todo eso que le habíamos escuchado como respuesta desde la tribuna del Congreso, o desde la portavocía del Gobierno, en los últimos meses. Todo lo contrario. Para que su discurso sonara distinto advirtió en el primer minuto que «el PP no es el enemigo, sino el adversario. Los enemigos son el miedo, la injusticia y la desigualdad». A partir de ahí, reflexiones serias y alguna discutible camino de propuestas de gobierno, que serán o no suficientes para recuperar a sus electores perdidos, pero que marcarán el debate en los próximos meses. La tentación de responder a ello sólo con descalificaciones puede resultar cara. Es posible que algunos portavoces políticos lo intenten, pero Mariano Rajoy, que tiene otro fuste y una solidez de conocimientos no suficientemente valorada, no rehuirá ese combate dialéctico. Cuando se habla de cuestiones fundamentales para el país, no caben escapatorias vía descalificación sin pagar un alto precio.
Un ejemplo: cuando en su discurso Rubalcaba afirmó, después de recordar que él es docente y funcionario, que «tenemos el mejor sistema educativo del mundo para formar funcionarios», planteó un debate de gran profundidad: formamos funcionarios pero no emprendedores. Y así es muy difícil remontar la economía de la burbuja inmobiliaria pinchada que ha dejado por el camino a centenares de miles de jóvenes sin empleo ni formación y a otros tantos con muchos estudios pero sin haber trabajado nunca.
Otro pasaje del discurso: cambiar la forma de hacer política y la ley electoral para acabar con la descalificación permanente y la sensación de los ciudadanos de que los políticos crean los problemas en vez de solucionarlos. El asunto merece, como mínimo, contrapropuestas.
Rajoy ha hablado poco en los últimos días salvo para reclamar elecciones, pero el viernes presentó a Núñez Feijóo en Madrid. El presidente gallego sí dijo cosas a su lado y Cospedal las dice y las hace de acuerdo con Mariano. Atención: si habla Camps, Arenas, o Esperanza Aguirre eso no implica a Rajoy como cuando lo hacen Cospedal y Núñez Feijoo, sin duda las mejores apuestas de futuro del PP . Y su discurso es interesante. Cuando Cospedal recorta excesos en la administración anuncia el camino que seguirá Rajoy. Cuando el presidente gallego centra su acción de gobierno en la austeridad, la planificación y la estabilidad presupuestaria, entendemos todos que Rajoy está ahí también. Camps paga a dos años a sus proveedores, salvo a los de la trama Orange Market, y el director de una fundación del gobierno de Murcia acaba de anunciar por correo a sus empleados, después de no pagar facturas en un año, que no podrá atender las nóminas de julio y agosto. Cuando Núñez Feijó, que sí paga a tiempo, se posiciona en un discurso de gran interés «a favor de la evolución y no de la involución del sistema autonómico», toma distancia de Aznar y los halcones de su partido y sugiere un debate en el que Rubalcaba deberá entrar. La esperanza de que los discursos políticos salgan del barro y recuperen su dignidad se fundamenta en las últimas actuaciones de los personajes más relevantes de los dos principales partidos con Rajoy y Rubalcaba a la cabeza. El debate de altura entre ellos dos está servido. La ciudadanía aguarda y no toleraría quedar defraudada.